'Mountando' otro follón
Florentino Pérez tiene un problema Houston con José Mourinho. El luso, después de su caótico final de temporada, con la guinda de las declaraciones en las semifinales de la Champions, parece ser que no tuvo bastante cuota de protagonismo y ahora llega con una nueva cabezonada bajo el brazo, quitarle la capitanía a Iker Casillas y darle el brazalete a un jugador de campo porque entiende que así sus órdenes y la presión que se pueda ejercer sobre el colegiado sería superior que la que se viene acometiendo ahora.
Desde luego, todos los madridistas (y conste que uno no lo es) esperan a que este capricho no se le conceda, entre otras razones porque el Real Madrid, de cara al estamento arbitral, dentro y fuera de España, ya está muy marcado y sólo alguien del temple de Casillas puede conseguir que, por lo menos, el marcaje sobre los merengues no sea mayor del que ha venido siendo en el tramo final de la campaña pasada. Además, hasta la fecha, salvo que peque de ignorante, la elección de la capitanía, en cualquier equipo, es una decisión de los propios jugadores y, en todo caso, comunicado a los entes superiores, entrenador y presidente del club, pero de resto no debe haber injerencias en la directiva, salvo, verbigracia, aquellos dedazos de Jesús Gil y Gil imponiendo por sus reales decretos a Paolo Futre, que ejercía la doble faceta de capitán y chivato de tal y tal.
Lo cierto es que la entidad del Santiago Bernabéu no debería de permitir que a este caballero se le sigan subiendo los humos. De acuerdo que ha llevado un título de Copa a las vitrinas merengues después de 18 años, que por fin se rompió el gafe de los octavos de la Champions y que en la Liga, a excepción del último mes, mantuvo opciones de hacerse con el entorchado liguero. Sin embargo, el coste que le ha supuesto al Real Madrid, al menos de cara a la opinión pública, ha sido excesivo. Mou ha hecho del conjunto blanco una entidad demasiado antipática e insisto en que los máximos organismos deportivos de España y de Europa andan vigilantes ante cualquier gesto que pueda interpretarse polémico.
Al final, creo yo, nada cambiará en ese aspecto. Casillas seguirá siendo el capitán del Real Madrid porque así se lo ha ganado a lo largo de estos años. Su comportamiento siempre ha sido modélico y ha tratado de mantener una actitud neutra cuando se produjo, posiblemente, el capítulo más delicado de la temporada, con las andanadas de Mou contra el Barcelona, los árbitros y hasta la misma Unicef. Si el entrenador portugués desconoce lo que son los símbolos del madridismo, posiblemente tenga dos opciones, o empieza a comprender lo que es la historia de un club señero o toma la maleta en busca de otros destinos. Los socios y aficionados no se van a dejar camelar ya por un discurso aguerrido, pero que también encierra varias dosis de plañidero victimismo.
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Lewis Rogers -