¡Calladita está más guapa!
La señora Ana Oramas ha vuelto a liarla. En vez de quedarse calladita (ya saben aquello de que con la boca cerrada estás más guapa), la menina del cuadro ha querido aclarar su discurso final en el Debate sobre el Estado de la Nación y lo único que hizo fue encharcarla hasta profundidades abisales. Y es que, en su intención por defender las palabras dirigidas al presidente del Gobierno, lo que ha hecho ha sido atacar a todos los que hemos criticado su comportamiento melifluo, dulzón, empalagoso y drapeado de pegajosas babas. Dice esta señora que las mujeres, los hombres sensibles y los gays le han entendido perfectamente y que sólo los machistas y los retrógrados han mostrado una actitud intolerable.
Sinceramente, me gustaría dejar sentado desde esta tribuna, especialmente a la gente de la Península que igual sólo tiene conocimiento de lo que es Canarias a través de una nefasta diputada como la señora Oramas que, afortunadamente, tenemos en las Islas muchos y mejores representantes que esta sujeta. Lo que sucede es que en los dos grandes partidos la voz de las Islas, por razones obvias, se escucha menos, pero hay grandes valores, el señor Pablo Matos, Guillermo Mariscal, hasta hace poco a Manuel Domínguez, hoy flamante alcalde del municipio tinerfeño de Los Realejos. Se trata de gente seria, trabajadora y que, evidentemente, no son una fotocopia de lo que el 30 de junio dejó escenificado en la tribuna de oradores la ex primera edil de La Laguna.
Lo gracioso de todo es que Oramas, defecto que tienen muchos miembros de la política, tiende a etiquetar todo y a todos. Generalizar de que las mujeres, que los hombres sensibles y que los gays la han entendido es, como mínimo, tratar de idiotas a los ciudadanos. Si esta representante cree que por el hecho de ser mujer no se la puede criticar, aviada va. El ridículo que hizo ante todo el Parlamento y los españoles que en ese momento seguían con atención del debate no tiene vuelta de hoja. Se retrató ante todos los votantes e incluso, insisto, el pobre Zapatero tenía una cara entre el espanto, la vergüenza ajena y las ganas de marcharse del escaño. Si intentan pactar una escena así, estoy convencido de que no les sale mejor, es de cajón.
Y, desde luego, si poner a caldo pota esa intervención fuera de lugar y de contexto es ser machista y/o retrógrado, efectivamente España estará llena de ellos, pero mire, póngale también la ‘a’ en lo de retrógrado porque tengo a bien decirle que son muchas las mujeres canarias (y de fuera de las Islas) las que se han mostrado espantadas con sus patéticas recomendaciones paterno-filiales al presidente del Gobierno. Insisto, lo peor en este caso no ha sido esa declaración de amor a Zapatero, sino intentar defenderlas. Lo dicho, calladita estás más guapa.
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Eusebio -
Máximo Medina -