'Marcada' de por vida
¿Dónde está el punto de la ética periodística? ¿Es normal que todo un periódico del prestigio de Marca se tirase a una piscina sin agua y echase por tierra la trayectoria de una deportista? ¿Consideran justo que ahora ese mismo diario se descuelgue con unas simples disculpas después de haberla tratado de, y cito textualmente, camello? ¿Por qué hubo tantas prisas en condenar a Marta Domínguez? ¿Volvemos a olvidar, una vez más, la llamada presunción de inocencia? Lamentablemente, parece que así es.
Puede entenderse hasta cierto punto que se produjese una especie de paranoia. El fenómeno del dopaje, de las transfusiones de sangre, de los alimentos enriquecidos con 'pirulas', etcétera eran ingredientes demasiado atractivos como para no caer en la tentación de ponerse delante de la pantalla del ordenador y verter sobre el teclado toda la bilis sensacionalista.
El problema es que (y uno asume que es muy complejo hacer juicios de valor en tan corto espacio de tiempo) juzgamos a las personas por hechos que ni siquiera habían sido sometidos al microscopio de la Justicia. Es verdad que a quienes nos gusta la opinión caemos muchas veces en el error supremo de precipitarnos, de meter la gamba, de ser a veces, incluso, hasta demasiado insolentes y vehementes. Sin embargo, en este caso concreto, no estamos hablando de una simple opinión o de un artículo de cabecera. Fue una portada en toda regla e insisto en que se la trató a la deportista de poco menos que una vulgar traficante de droga o sustancias dopantes, amén de dejar la puerta abierta a otros pensamientos impuros.
Ahora, cuando la investigación concluye que Marta Domínguez está libre de todo pecado, para el periódico deportivo Marca, que tanto daño hizo con esa terrible portada, se desmarca (y no es un juego de palabras) con unas simples disculpas, pero eso no llega, siquiera, a reparar ni el 0,1% del perjuicio que se le causó, y no sólo en España, sino también en la esfera internacional.
Y es que en eso somos unos quijotes de campeonato. Ya tenemos bastante con los gabachos, poniendo en solfa a nuestro Alberto Contador (cosa que también se hizo en España) como para encima querer ser más papistas que el papa y destruir a nuestros mitos cuando, repito, siquiera habían tenido la oportunidad de defenderse ante la autoridad pertinente.
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Lewis Rogers -
Luna Campos -