'Coibezonada'
'Tengo una corazonada'. Así, sílaba arriba, sílaba abajo rezaba el eslogan de la segunda intentona de Madrid por albergar los Juegos Olímpicos, en este caso los de 2016. Todos sabemos lo que sucedió; el pornográfico chalaneo de voluntades para que los votos fueran a la escasamente fiable y confiable candidatura de Río de Janeiro, un jurado trufado por ciertos incentivos que, aunque aquí no puedo demostrar, sólo habría que recurrir a visionar un documental de la propia BBC para ver cómo han funcionado determinadas estrategias en el Comité Olímpico Internacional, amén de la torpeza de algún miembro a la hora de darle al botoncito (si es que fue una metedura de pata, que también lo pongo en solfa, me refiero, claro está a lo que sucedió en 2005 y como se eliminó aviesamente a la capital de España).
Ahora, prácticamente dos años después de la decepción que madrileños, en particular, y españoles, en general, nos llevamos con la designación de la ciudad carioca, el alcalde de la Villa y Corte, Alberto Ruiz-Gallardón, nos embarca nuevamente en una aventura con el telescopio enfocado en 2020. Le dicen que esta vez es la buena, que ahora sí, que con la ciudad madrileña existe una deuda, así entren en liza París, Roma o Estambul, pero es que yo lo pongo en duda, sobre todo conociendo como se mueven en ese gran acuario lleno de tiburones donde, lamentablemente, nosotros no llegamos ni a la categoría de un mero delfín.
Y es que, los mismos elementos que en años anteriores escogieron las sedes de Atenas, donde hubo que construir todo deprisa y corriendo, incluso hasta horas antes de la inauguración; Pekín, donde dio lo mismo que se vulneren a cada segundo los derechos humanos; o Río de Janeiro, el paraíso de los delincuentes, no creo que ahora se hayan dado un golpazo contra la primera farola a la izquierda que hay tras salir de la taberna irlandesa de turno y, de repente, cambien su manera de pensar. Estos señores del COI son como aquellos dibujos animados donde los ojos se les ponen así de grandes con el símbolo del dólar.
Sin pecar de chovinista, Madrid está preparadísima. Mañana mismo podría albergar los Juegos Olímpicos y es precisamente ese el 'pero' que tiene la capital de España, que ya no hay mucha comisión que llevarse a la boca o al bolsillo. Por eso, y aunque como madrileño me gustaría que mi ciudad tuviese un evento de este calado, no considero prudente por parte del alcalde que nos meta en este embolado. Es un capricho y una cabezonada. Intentar hacer entrar en razón al COI es más complejo que convencer a Don Quijote de que lo que tiene delante de su escuálida figura no son gigantes, sino molinos.
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Lewis Rogers -
Luna Campos -