Despachando que es gerundio
¿Qué tendrán los despachos para los políticos de la zurda que siempre nos acabamos enterando de los despilfarros a troche y moche que perpetran para su mejor gloria y para el quebradero de cabeza de esos funcionarios a los que luego reclaman austeridad y paciencia ante los recortes o las congelaciones salariales? Ya lo hicieron en su momento los señores Ibarra y Touriño, el primero como una especie de asesor de la Junta de Extremadura donde se gastó cantidades pornográficas en la sede en la que trabajaba y el segundo, entonces presidente socialista de Galicia, que se gastó una morterada en rediseñar su coqueto lugar de trabajo. Ventanas que se regulaban en función de la claridad del día, mesas de una madera nobilísima, sillas que no eran unas Luis XIV de verdadero milagro…y así hasta mil detallitos que hablaban bien a las claras de la megalomanía de este personaje.
El problema es que, al igual que sucede con la gripe, el efecto contagio se propaga con demasiada celeridad y se ha conocido la última boutade de estos progres de trampa y cartón. El controvertido director de la Dirección General de Tráfico (sí, ese ente donde han llegado a recomendarnos que no usemos el coche, sino que caminemos, ¡toma jerola pastillas de goma!), Pere Navarro, se ha gastado nada más y nada menos que un millón de euros para remodelar su despacho.
Quien no conozca la sede central de la DGT en Madrid, igual piensa que poco menos que esta gente habita en un tugurio, que es de esas oficinas de antaño, al estilo Cuéntame, sin ninguna comodidad, ni para los funcionarios ni para los usuarios. Pero nada de eso. El ente que dirige el señor Navarro es un pedazo de edificio en una de las calles más señoriales de la capital de España, Arturo Soria. Los despachos de los grandes prebostes de la DGT son tan confortables que darían ganas de quedarse a vivir allí, al menos por una temporada. Gozan absolutamente de todas las comodidades, pero éstas parecen escasas al director general y opta por gastarse una millonada en su remodelación.
Lo que nadie entiende es que tenemos muchas vías en España que dan pena, carreteras que, independientemente de la titularidad que tengan, deberían de ser supervisadas constantemente por este organismo que, cosas curiosas, sí revisa con asiduidad los radares que habilita en toda la red viaria para recaudar obsesivamente. Sin embargo, a esta DGT en manos del polémico Navarro no le interesa la seguridad de los conductores, lo que le mueve es pillar a infractores, multar a troche y moche y, por supuesto, remodelar despachos. De lo que estoy seguro es que no le ha encargado a Ibaka, digo a Ikea, la redecoración de su coqueta estancia.
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Máximo Medina -