Diez años del 11-S: Más seguros, pero menos libres
¿Qué ha cambiado en el mundo tras los atentados del 11 de septiembre de 2001? Muchas cosas, pero sobre todo la más importante, que nuestra libertad tiene un precio muy alto. Hemos perdido todo tipo de intimidad en cuanto pretendemos salir de nuestras casas, y no digamos nada desde el momento en que decidimos viajar en avión y encima hacerlo rumbo a los Estados Unidos. Entonces, ahí es nada, prepárate por lo menos de tres a cuatro horas de tiempo porque los controles a los que te ves sometido son infinitos, cansinos y repetitivos, aunque también los doy por buenos siempre y cuando se detecten a esas alimañas, a esas ratas de alcantarilla que juegan con nuestra vida como si fuésemos fichas de una ruleta…rusa, nunca mejor dicho. Y lo dice alguien a quien los atentados del 11-S le cogieron en la otra punta del país, en Los Ángeles.
Lamentablemente, sabemos que en cualquier momento estamos expuestos a salir por los aires. Las formas y maneras en que se puede atentar contra cualquier ciudad, contra cualquier aeropuerto, estadio o lo que ustedes se puedan imaginar son incalculables y además fruto de un cerebro enfermo, suficientemente inteligente, pero desprovisto de cualquier cariño por la vida propia y más aún la ajena.
Los mortales no podemos llevar ni un mísero cortauñas, bolígrafos que amenacen con tener una punta muy afilada, agua, perfumen, geles o cualquier elemento susceptible de pasar en pocos minutos de sólido a líquido. Se nos mira a fondo en los escáneres de los aeropuertos, colocar bien el equipaje de mano es arriesgarse a que te lo desorganicen en el control de seguridad. Y, a pesar de todo, comparto que tengamos que soportar esa incómoda seguridad.
De lo que sí me alegro es que al menos el mundo sea hoy un poco más seguro. Es verdad que en este décimo aniversario los Estados Unidos vuelven a estar bajo el fantasma de una amenaza, pero al menos sabemos que no está tras ella un Bin Laden. También es cierto que existen muchas incógnitas al respecto y que queda mucho trabajo por realizar, pero al menos en yanquilandia no tienen la desgracia de padecer al Garzón o al Bermúdez de turno porque, fíjense qué diferencia, mientras en un sitio aún no se ha cerrado judicialmente nada que tenga que ver con el 11-S, aquí, en España, nos dimos mucha prisa en hacer desaparecer los trenes de los atentados del 11-M y culpar de los hechos a cuatro moritos de un locutorio.
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Máximo Medina -