Lotería de las privatizaciones
El Gobierno de España prosigue con su alocada política de la improvisación y, en estos tres días que le quedan para que se disuelvan las Cortes y, por tanto, se ponga el punto y final oficioso a la legislatura, ya tiene preparada la privatización de un tercio del Loterías del Estado. El Ejecutivo, más ahogado por las deudas que el moroso de Rúe del Percebe 13, se dedica a vender una parte de un organismo que sí es rentable y además lo hace por un módico precio, una cantidad que ya verán como la empresa que lo adquiera va a amortizar la inversión en un tiempo récord, prácticamente lo mismo que tardaría esta panda de ineptos en pulirse esos euros.
Además, ahondando en el disparate, Zapatero y sus cómplices-secuaces están jugando con el futuro económico de la etapa venidera. Saben a ciencia cierta que Mariano Rajoy, casi seguro el próximo presidente a no ser que la pifien en el PP (todo es posible), va a ser el nuevo gestor de España y como no va tener problemas para arreglar la economía, pues van y le venden un trozo jugoso de Loterías. Es lo que se conoce como la técnica del pan para hoy, hambre para mañana, pero como a este Ejecutivo le da lo mismo ocho que ochenta, igual venden eso que la Sagrada Familia, con tal de sacar perras para compensar sus disparates, lo que sea.
Ya puestos a vender y a privatizar, y ahora es el momento oportuno, podríamos empezar con Televisión Española y con los canales autonómicos. Todas estas televisiones, sin excepción, nos suponen una deuda brutal. No hay ente que no sea deficitario y en determinadas comunidades autónomas, sobre todo donde el nacionalismo está más extendido, han ido creando dos, tres y hasta cuatro canales, porque ellos quieren ser más que papá Estado. Ahí es donde hay que meter la tijera, de ahí podríamos ahorrarnos un pastizal colosal y emplear ese dinero en otras parcelas más urgentes (sanidad, educación, formación para el empleo).
Lamentablemente, todas las televisiones públicas, sin excepción alguna, pero en unas más acentuado el problema que en otras, han servido para que sean nichos de enchufados, de estómagos agradecidos, de favorecidos por llevar el carné del partido en la boca, por vivir ampliamente a costa del dinero de todos y a veces sin disparar un cartucho. Muchas veces da risa contemplar las audiencias, es que hay programas que no los ve ni el Tato. Podrían poner perfectamente la Teletienda o fundirse al negro, porque pasarían desapercibidas. Cuenta la leyenda que ha habidos televisiones regionales que tenían menos audiencia que el Canal Plus codificado (y contando únicamente las casas que no tenían el decodificador) un viernes en la noche o un domingo en la tarde.
Pero, claro, ¿cómo le quitas a un partido su herramienta de propaganda más potente? Nada, show must go on, que el circo prosiga y que no se privatice nada en las televisiones. Es más, en el modelo canario, por ejemplo, se llegó a la paranoia de que los servicios informativos los producía una empresa externa, pero había gente de las noticias contratados directamente por el ente y otros por esa compañía ajena a la Televisión Canaria. Es decir, no sólo un doble gasto, sino además discriminaciones salariales y laborales rayanas en el mayor de los disparates.
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Máximo Medina -