El valor decadente de los salarios
Reconozco que no tengo tiempo para ver mucha televisión y menos aún para perderme por los procelosos mundos de los canales temáticos de las cadenas. Sin embargo, hace unos días tuve la oportunidad de, haciendo un zapeo bobo en casa, toparme con un reportaje de Nitro, uno de los canales específicos de Antena 3, donde se hablaba de las condiciones laborales que tenemos actualmente en España. Desde luego, tuve que tentarme posteriormente los bolsillos porque pensé que acto seguido alguien trataría de quitarme mi empleo sobre la marcha, viendo las escenas que presencié a lo largo de más de dos horas de reportaje.
Y es que ahora mismo disponer de un trabajo en este país, con cinco millones de parados, es un chollo, una bicoca, que no está al alcance de muchos. Suena triste, pero la realidad es así. En ese trabajo de investigación realizado por los compañeros de Nitro, se pudo presenciar las andanzas de un supuesto estafador gallego que, jugando con las ilusiones de muchos desempleados, les sacaba unos valiosísimos 200 euros con la problema de trabajos remunerados con no menos de 1.600 euros y en algunos casos por encima de los 4.000. Ese tipo hace vida de rico en Suiza y encima niega tener cualquier denuncia (aunque las tiene y además a mansalva).
Otro de los grandes timos son estas empresas que cambian de objeto social cada dos por tres. Una de ellas, dedicada a la venta de alarmas, explotaba cuales esclavos del África negra a jóvenes (y no tan jóvenes) con jornadas de prueba maratonianas, retregándoles por la cara que encima la empresa no les iba a cobrar la formación o chuleándoles con el contrato de trabajo, que nunca se lo daban porque siempre faltaba algún papel o la persona encargada de llevarlos a gestoría nunca estaba. Lo más grave es que los jefazos se pavoneaban delante de toda esta tropa con grandes cochazos o invitándolos a una macrofiesta de cumpleaños en casa de su mujer, vamos, como si fuesen los parientes pobres.
Lo peor del caso es que el documental venía a poner sobre la mesa un dato alarmante. Una profesión de la dificultad, del estudio y formación denodados como es ser ingeniero ha ido perdiendo su valor adquisitivo hasta llegar a ser un empleo donde apenas puedes llegar a ganar dos mil euros. Por la década de los 70, más o menos, un ingeniero podría ganar lo equivalente a unos 18.000 euros.
Fácil es deducir que aquí ya no se paga por el esfuerzo formativo, sino por ser una pedorra sin oficio ni beneficio que sale a la tele a contar sus miserias personales o a enseñar mucho más que el DNI. Está claro que un trabajo serio no está bien remunerado en España, salvo casos muy excepcionales. Da lo mismo tener un currículum extraordinario. Aquí parece que lo que vale es ser tertuliano de la nadería o bufón del tubo catódico o de la tele de plasma para llevártelo crudo.
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Máximo Medina -