El oscuro presente de Santa Cruz de Tenerife
¿Qué le han hecho a mi ciudad, a Santa Cruz de Tenerife? Ha pasado tan solo medio año desde que me fui, poco más allá de las elecciones autonómicas y municipales del 22 de mayo de 2011, y cuando he regresado en un viaje relámpago, pero con tiempo más que suficiente para volver a patearme sus calles, respirar su aroma (refinería incluida) y ver el trasiego de la gente, me he encontrado con una urbe que pareciera haber vuelto a tiempos pretéritos, hermosianos o incluso de cuando gobernaba uno de los más nefastos alcaldes que ha tenido la capital, José Emilio García Gómez.
Lamentablemente, muy a pesar de que la ciudad es cocapital de Canarias, nada tiene que ver con Las Palmas de Gran Canaria. Poco a poco, la dejadez de sus dirigentes, más pendientes de otras cuitas que de gobernar y saber gestionar lo que tienen entre manos, han conseguido que esta Santa Cruz que uno lleva en el alma y en el corazón haya pasado por un proceso de degeneración que me preocupa hondamente. No sé si es que alguien ha conseguido secuestrar la conciencia colectiva, pero la estampa que me llevo de regreso a Madrid es la de que no sólo el tiempo parece haberse detenido, sino que incluso se ha producido un retroceso brutal, como si hubiese quedado sin vida, inerte, insensible a cualquier evolución.
Hubo unos años, y no hay que remontarse muy lejos, que Santa Cruz de Tenerife parecía florecer, ponerse al ritmo de una gran ciudad española y, por qué no, europea. Los primero años de Miguel Zerolo al frente de la alcaldía supusieron una bocanada de oxígeno importante, fue la época de las grandes obras en sus calles, incómodos trabajos para los ciudadanos, pero es verdad que las molestias merecieron muy mucho la pena. Todo el entorno de Tres de Mayo, Cabo Llanos, la obra de la plaza de España, el plan Urban, La Noria, el Plan de Barrios fueron iniciativas importantísimas que contribuyeron a un decisivo salto de calidad.
Sin embargo, desde que el que fuese teniente de alcalde de Santa Cruz de Tenerife, Ángel Llanos, saliese con cajas destempladas del Consistorio, merced sobre todo a una Coalición Canaria que ya estaba a arenas de otro costal (especialmente de playas inTeresitantes), la ciudad no ha ido sino en un vertiginoso retroceso.
Lo peor de todo es que el nuevo equipo médico no sabe cómo darle una solución. El pacto de perdedores suscrito en la capital chicharrera, Bermúdez (CC) y Pérez (PSOE), no sabe dar con la tecla para mejorar la situación. Es más, es tal la desconfianza entre uno y otro que al final se está más pendiente de evitar las puñaladas traperas. Dicen que el ambiente de moción de censura se haría irrespirable si no fuese porque la oposición ganadora en las urnas, el PP de la señora Tavío, se encarga justamente de facilitar la continuidad de los socios de Gobierno a la fuerza. La señora concejala está más pendiente de intentar presidir el partido a nivel regional (¡Dios no lo quiera!) que de hacer una oposición leal, firme y constructiva.
Y mientras unos pecan por dejadez y la otra por dejación de su labor de oposición, Santa Cruz cada vez late más débil, su corazón se va apagando y nadie en su interior se mueve, da un grito o un golpe en la mesa para que algo cambie. Lo peor es que aún quedan tres años y medio por delante, demasiado tiempo como para confiar en estos gobernantes y en la insulsa oposición, pero también es verdad que es lo que ha querido el pueblo chicharrero, que poco a poco en ese aspecto se va pareciendo al portuense. Pero de Marcos Brito y compañía ya tocará hablar en otro momento.
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Máximo Medina -