El ADSL de Casado
Los recortes, grandes o pequeños, siempre han de tenerse en consideración. Da lo mismo que estemos hablando de millones de euros que del chocolate del loro, lo cierto es que hay que agradecer que nuestros políticos piensen de una vez por todas en que tienen un sueldo como Dios manda para que encima sigan trincando de la teta presupuestaria (cada vez más escuálida) y conseguir unas prebendas que resultan escandalosas. Pero vamos, vistas ciertas declaraciones, no es de extrañar que haya políticos que aún se resistan a perder el maná del todo gratis o todo pagado. Lo peor, es que estas ideas de que salir como diputado da derecho a la barra libre son incluso defendidas por gente joven, representantes que debieran luchar por todo lo contrario.
Y es que las palabras de Toni Canto, de UPyD, sobre su renuncia al pago del hotel y al ADSL de su casa han sido ninguneadas por algunos diputados, pero especialmente llamativa ha sido la defensa casi numantina que de sus privilegios como parlamentario ha realizado Pablo Casado, del PP. Según su criterio, recortar en eso no es lo relevante, dando pie a entender que a él si le gustará que le abonen los gastos de hotel y de ADSL.
Resulta penoso, desde luego, escuchar a esta gente que llega con tan tierna edad a un lugar tan sagrado como el Congreso y, lejos de buscar la necesaria renovación, que se decanten por la vieja norma no escrita de pedir que primero recorten en lo grande, un pensamiento tan decimonónico como equivocado. Sinceramente, en buena lid, ¿creen que alguien que no es capaz de asumir que hay que recortar en el detalle será capaz de ponerle coto a los grandes despilfarros? La respuesta, lógicamente, ha de ser necesariamente negativa.
Sólo espero que quienes entren ahora, los políticos del PP, se den cuenta de una vez por todas que no estamos para bromas, que aquí hay que meterle podadora a todo, a lo grande y a lo pequeño, que España no está para regalar, siquiera, caramelos a céntimo. A mí, como a cualquiera de ustedes, no me pagan la factura del móvil o el abono transportes, todo corre de mi cuenta. Tal vez ha llegado el momento de plantearse la privatización de las administraciones públicas. Sólo así será posible que los dineros se inviertan realmente en lo necesario, no en pagarle el caprichito a 600 políticos que, en muchos casos, están fuera de la realidad.
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Máximo Medina -