El Rey, a lo suyo
Un año más, el discurso de Su Majestad el Rey Don Juan Carlos I estuvo trufado de su tradicional tono plúmbeo, sin hacer concesiones prácticamente a la críticas, salvo cuando se refirió con demasiada claridad a los supuestos trinques y delinques del yerno del balonmano. Incluso ahí se le notó un tono excesivamente agrio, molesto, pero que curiosamente luego no tiene reflejo en la práctica, a no ser que también a Urdangarín le apliquen la doctrina Marichalar, es decir la de darle el pasaporte para salir del paraíso regio. A Jaime, por mucho menos, se lo liquidaron en un pis pas del club de La Zarzuela.
Pero, a lo que iba, el Rey nos volvió a recordar prácticamente calcado lo mismo que hace 365 días, es decir, que las cosas en España no están para lanzar cohetes, que la crisis es internacional o mundial, pero que a nosotros nos deja con más de cinco millones de desempleados, una cifra que nos pone en evidencia ante el resto de las primeras potencias del planeta y que fue culpa principalmente del presidente saliente y con el que tan bien parecía llevarse siempre el monarca.
Don Juan Carlos nos solicita a los españoles un esfuerzo suplementario para salir de la crisis, para generar oportunidades de un empleo estable y de calidad, pero uno observa como en la Casa Real esos empeños que nos recomiendan a los demás no tienen continuidad. El presupuesto regio, por mucho que ahora digan que ahora lo van a colgar en la página web, sigue siendo un gran misterio para los ciudadanos. Desconocemos muchas partidas porque aun siendo verdad que se habla de una cantidad global, hay determinados aspectos que nunca se concretan (y no parece que se esté por la labor de dar más detalles al respecto).
Eso sí, muy hábilmente, el monarca colocó a modo de foto de mesilla de noche una imagen en la que se le ve a él junto a Rajoy y Zapatero, los presidentes entrante y saliente, respectivamente. El Rey sólo hizo una mera alusión al cambio de color político que ha habido en España como consecuencia de la lógica alternancia democrática y habló de la Corona como ese punto de equilibrio y de concordia. Es decir, mensajito claro para que nadie en el Estado tenga tentaciones de meter la tijera a las partidas de la Casa Real. Una cosa es que haya crisis, y otra bien distinta es que ésa afecte al presupuesto regio.
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Máximo Medina -