La economía no está para bromas
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No está la realidad para bromas ni para inocentadas. Por mucho que hoy sea 28 de diciembre, el patio no está para gansadas, sino para darnos cuenta de la cruda y cruenta realidad que nos espera y que con toda la dura verdad que se podía esperar ya nos han dicho que mucho cuidado, que en España no estamos saliendo de ninguna crisis, sino que todos los indicadores apuntan a que volvemos a meternos en una desaceleración, a experimentar un crecimiento negativo en los próximos seis meses. Cierto es que nadie espera en su sano juicio que estas previsiones se cumplan, pero al menos son más realistas que las que hace algo más de dos años soltase la entonces ministra de Economía, la señora Elena Salgado, a la que se le fue el punto de cocción con los llamados brotes verdes.
El nuevo titular de la cartera económica, Luis de Guindos, no comienza su mandato bajo la égida de optimismo, sino la del realismo. Se quiere ser franco y muy claro desde el minuto uno, que la situación es la que es, que nos encontramos donde nos ha dejado un PSOE que fue incapaz de resolver los problemas, que se tomó la crisis a chacota, con un presidente que sólo nos hablaba de champions league, que llamaba fracasada a Merkel o se burlaba de Nicolás Sarkozy o de Berlusconi (bueno, de este último no hacía falta hacer demasiada chanza porque es una caricatura en sí mismo).o que era capaz de dar un giro radical de 180 grados en su política económica sin cortarse y sin, por supuesto, convocar elecciones anticipadas cuando correspondía, es decir después de aquel infausto fin de semana de primeros de mayo de 2010, cuando desde la UE y desde los EE.UU nos dijeron lo que teníamos que hacer.
No vamos a negar (además para qué) que las críticas al nuevo ejecutivo del PP van a caer a saco y en grandes oleadas porque los ciudadanos esperan de sus gobernantes una acción decidida contra la crisis. Sí, es verdad que como slogan publicitario anunciar que los dos próximos semestres van a estar plagados de dificultades no es algo que invite precisamente a la tranquilidad, pero la diferencia esencial estriba en que mientras De Guindos (y todo el gabinete de Rajoy en esencia) no pintan de rosa una realidad derruida por completo, otros se afanaron en echarle muchas especias y camufladotes de sabor a un plato que era indigesto al cien por cien. Cuando la herencia son cinco millones de parados, está claro que algo falló en la receta del anterior chef.
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Máximo Medina -