El año de los recortes
2012 no comienza con buenas noticias económicas para España. El recorte de los 16.000 millones de euros obliga a medidas estrictas, urgentes, sin ningún tipo de miramientos ni concesiones a la galería o a los brotes verdes. Luis de Guindos se va a convertir con toda seguridad en el rostro más desagradable del Gobierno, el tipo más antipático que pueda haber en el gabinete de Mariano Rajoy, el hombre al que todos los ciudadanos teman porque cada vez que sale por la pequeña pantalla, acaba sacando la podadora, pero es que no queda de otra. Es meterle un buen tajo a los gastos que hasta la fecha se habían venido efectuando alegremente o es sufrir mucho más dentro de unos meses si se nos seguía engañando como había venido siendo la normal habitual de los últimos años.
Obviamente, no se puede decir que el Partido Popular tenga una entrada fulgurante en el Gobierno. Se ha encontrado con lo que se ha encontrado y, obviamente, no había tiempo para recrearse en el paisaje. Había que actuar con la precisión de un cirujano y empezar a estirpar los diversos males que nos aquejan y que no son pocos, entre ellos un paro lacerante, una economía por los suelos, un gasto excesivo y sin visos de que alguien le pusiera un tope. En fin, estamos en la UVI, pero con serio riesgo de acabar en la morgue y que la UE acabase rezando un réquiem por el alma de España.
También es verdad que las primeras medidas de choque que emprende el Ejecutivo no van a ser ese bálsamo milagroso que haga que un chasquear de dedos la situación se revierta o se invierta. En absoluto. Vamos a tener que trabajar denodadamente por salir adelante, que se nos van a exigir muchos sacrificios, que es la hora de empezar a darle prioridad a lo que interesa a la colectividad, no a lo que a cada ciudadano le interese de forma egoísta e individual. Se nos pedirán jornadas más largas, horas extras sin remuneración, será una senda larga y tortuosa, pero si con ello alcanzamos la estabilidad y que podamos recuperar el prestigio de una nación en el seno de la Unión Europea y de los Estados Unidos, pues bienvenidos sean ése y otros sacrificios.
Lo que tenemos que tener claro desde el primer momento es que no basta con hacer el gesto o el ademán, sino que hay que ponerse firmes a la tarea del pico y pala. En 1996, con Aznar en el poder, España iba rumbo a la deriva. Ahora, con matices, se trata de copiar la misma fórmula, sólo que en vez de conseguir entrar en el criterio de convergencia del euro, es lograr que la UE no nos eche a patadas de la moneda única. Y no es una predicción alarmista, sino que es la pura verdad, aunque a alguno no le guste mirar ni escuchar las pésimas noticias que sobre España tienen nuestro vecinos comunitarios.
1 comentario
Máximo Medina -