¿Dónde está Wally Rajoy?
Mal, muy mal empieza el presidente Mariano Rajoy su mandato si su política de comunicar las cosas se va a basar en la estrategia del avestruz, es decir la de meter la cabeza en un agujero y esperar a que pase el temporal para dar la cara. Le guste o no al nuevo inquilino del Palacio de la Moncloa, el cambio de rumbo en su ruta programática, donde hemos pasado de no subir los impuestos a todo lo contrario, merece, cuando menos, una explicación precisa, concreta y detallada, no se que mande a los ministros a las radios y tertulias de televisión a dar la cara por el presidente mientras éste permanece cómodamente instalado en su burbuja monclovita.
Evidentemente, podemos convenir que las previsiones de los dirigentes salientes estaban falseadas, como muchas otras predicciones económicas trufadas de brotes verdes y de champions league, pero ello no era óbice para que durante cuatro meses más el de propina durante el traspaso de poderes Rajoy nos machacase a los ciudadanos con el estribillo de que nunca tocaría los impuestos y mucho menos a las clases menos pudientes. El resultado, nada más tomar posesión, ha sido justo el inverso, lo que no se ha tocado, precisamente, han sido los privilegios de los dueños de las SICAV, mientras que al resto de los mortales venga a subirle los tipos impositivos. De traca, pero encima sin salir a explicar los motivos del cambio.
Desde luego, mucho deberá cambiar la postura inerte y inane de Mariano Rajoy en lo que se refiere a su expresión oral. El silencio le pudo valer durante la precampaña y la campaña, pero ahora ya nadie quiere la callada por respuesta. Los ciudadanos exigimos respuestas y, sobre todo, que se nos explique hasta la saciedad cualquier modificación en ese plan preestablecido. Dicho de otro modo, no vamos a montar una algarada si todo se justifica en un contexto de que se ha entrado a fondo en las cuentas y se descubre que no queda ya no sólo un euro, sino que se le debe pasta hasta al del carrillo de los helados. Sin embargo, sí me parece una tomadura de pelo el cambiar la hoja de ruta y que el jefe del Ejecutivo no tenga al menos la gallardía de salir a la escena pública a dar la cara.
Claro, tampoco me extraña nada que la actitud de Rajoy esté condicionada por ese equipo de asesores en comunicación que siempre le han aconsejado que se calle o que, a lo sumo, sólo hable de deporte. Pues, señora Martínez Castro y asociados varios, aquí ya no están ustedes en Génova 13, sino en el Palacio de la Moncloa. Ahora exigimos soluciones y explicaciones y no está de más recordarles que su crecimiento fue únicamente de medio millón de votantes, que su mayoría absoluta se fraguó por el hundimiento en Ferraz. Y cuatro años, más en política, pueden pasar demasiado rápido, así que ojito al parche.
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Máximo Medina -