Emperador Nadal
Rafa Nadal no tiene rival en la tierra batida de Roland Garros. Quitando la famosa derrota frente al sueco Soderling, hace ya tres años, al tenista manacorí no se le resiste esta competición y ya es el rey, el emperador absoluto de Francia, lo que sin duda debe haber puesto cachondos a los guiñoles, que ahora tendrán que meterse por donde la espalda pierde su casto nombre todos los ataques y acusaciones que han ido vertiendo en las últimas semanas. Y es que cuando al mejor no se le puede derrotar en la pista, se le intenta desprestigiar fuera de ella. Pero Rafa es mucho Rafa como para caer en las críticas baratas e infundadas de unos muñecajos de chichinabo.
Es una pena que no se pueda clonar a Nadal, por ejemplo, como presidente del Gobierno y que combatiese a raquetazos por ejemplo la prima de riesgo, que cual Djokovic irreverente ha vuelto a superar en el lunes del post-no-rescate los famosos 500 puntos. Es increíble, pero cuanto mayor es el desprestigio de nuestra clase política, mayor es el de nuestros deportistas, los únicos que, a fecha de hoy, defienden en parte la imagen española en el exterior.
Si con Franco se decía que el Real Madrid era el mejor embajador de España, ahora tenemos muchísimos más representantes, las selecciones de fútbol, baloncesto, balonmano o waterpolo o el propio Rafa Nadal, que acude al resto para, por lo menos, mantener en deuce la imagen de un país que, económicamente, no es siquiera de castañuela y pandereta porque, sinceramente, ni siquiera tenemos dinero para eso. Y es que, básicamente, nos han dejado 100.000 millones de euros para rescatar el sistema financiero español que, a Ratos grandes y a ratos pequeños han dejado en Bankiarrota.
Tenemos que agradecer a Nadal sus gestas porque al menos, por unos minutos, los españoles se han olvidado de las desgracias mundanas que tenemos que sufrir por mor de unos políticos incompetentes, mentirosos y que encima son incapaces de mantener una línea argumental dentro del propio Gobierno. Menos mal que nuestro presidente y nuestros ministros no practican ningún deporte porque su papel sería el de meter la pata constantemente y no llegar, siquiera, a clasificarnos ni para las previas de los torneos.
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Lewis Rogers -
Elena Vinent -
María Hernandez -