Los adolescentes de Brito
Marcos Brito, alcalde del Puerto de la Cruz, si no existiera, habría que inventarlo. Este proverbial edil, que no hace más que aplicar la ley de acuerdo a lo que le dictan sus reales ganas, ha emprendido una especie de caza de brujas contra los que entiende que este año 2012 han estropeado hasta límites insospechados el embarque del al Virgen del Carmen. Sí, chicos, así se escribe la historia. Este acto lúdico-religioso, que tiene más de lo primero que de lo segundo, ha venido degenerando año tras año con la pasividad de las autoridades locales, casi siempre, dicho sea de paso, con la permisividad del señor Brito (salvo el ínterin de doña Dolores Padrón al frente de la alcaldía portuense). Todos acudíamos estupefactos a una turba de personas, botella en mano, a montar el pollo antes, durante y después. Un grupo no demasiado grande a tenor de la gran multitud que se concentran en el Puerto de la Cruz en la jornada del embarque, pero sí lo suficientemente importante como para acabar dando trabajo extra a la policía y a los servicios sanitarios. Y así un año y otro y otro.
Sin embargo, digo yo que este año el alcalde fue a una óptica, esta vez el señor Brito ha puesto el grito en el cielo y ha manifestado que los incidentes habidos este año en el embarque de la Virgen del Carmen han sido fruto de jóvenes de otros municipios. Es decir, en cursos anteriores, si se producían altercados (que se producían), la culpa no era de nadie porque, se infiere de las palabras del primer edil norteño, serían jóvenes de la propia localidad y, bueno estarían debe ser que tenían derecho de pernada para montarla a lo grande. Y si luego alguno acababa en urgencias con un coma etílico o pasado de vueltas, pues nada, que se le va a hacer, son jóvenes con derecho a divertirse. Faltaría más.
Lo que hay que denunciar con claridad meridiana, le guste o no al señor regidor del Puerto de la Cruz, es que los desmadres en el embarque de la Virgen del Carmen han sido la moneda de uso común desde tiempos remotos. Los últimos años, de hecho, muchas familias decidían marcharse del Puerto de la Cruz en esa jornada porque era como una especie de pequeño carnaval en pleno mes de julio, con la diferencia de que hace más calor y en vez de traje de oso se lleva traje de baño, pero por lo demás, la misma música salsera y merengan, empleo de palabras gruesas, actitudes que van de lo chulesco a lo ratonil, un lienzo tenebroso que, ¡¡¡ohhh milagro!!! este año sí que ha visto el señor Marcos Brito y, miren ustedes por donde, sabe a ciencia cierta que han sido jovenzuelos de otros municipios. No es de extrañar que el Puerto esté cada vez peor, si quien debe ser su primera autoridad es incapaz de asumir y resolver sus propios problemas.
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