Bisoñé: Algo más que comer
No voy a descubrir la pólvora si digo que en Tenerife hay muchos y muy buenos restaurantes donde poder darle deleite a los sentidos. Sin embargo, hay un rincón en el municipio de Tegueste, en la zona de El Lomo, donde el comensal se verá directamente transportado a un mundo incomparable de sensaciones que no podrá disfrutar en esos otros grandes templos de los fogones de la isla de El Teide. Se trata del restaurante El Bisoñé, perfectamente llevado por Chano Hurtado y Ana María LaMata, dos perfectos anfitriones que harán de su estancia algo más agradable que el simple placer de poder degustar diversos y variados platos.
A diferencia de los llamados guachinches, donde no hay carta, El Bisoñé tampoco la tiene, físicamente hablando, pero sí que sus dueños tienen diseñadas y creadas varias propuestas con las que tratan de convencer al visitante (y además lo consiguen). Por lo pronto, disponen de varios entrantes que son únicos, sabores que quizá no haya probado, una mezcla sensacional entre lo dulce, lo amargo, lo salado o lo picante. Una vez hecho ya el estómago a lo que va a venir, todo aderezado con un vino gallego de fabricación secreta, ya vienen los dos platos principales, imperdible sobre todo el caldo de ibéricos, una suerte de olla podrida que es todo un manjar. Y para rematar, un licor aderezado con canela y un postre que hará las delicias de los más golosos.
Pero no sólo El Bisoñé es gozar de una excelente mesa, sino de un museo de la historia de Tenerife a través de una colección de relojes, fotografías, cachivaches diversos, artículos incluso de hace cuatro siglos y que se mantienen en perfecto funcionamiento. Es precisamente Chano quien hace las veces de director de esta peculiar y original casa-museo donde hasta se puede contemplar el primer anuncio de la cerveza Dorada tras la muerte de Franco, todo un desafío a la entonces estricta e implacable censura. Y por supuesto, también se piensa en los peques de las familias y aquello es un templo del juego, pero no de los de ahora, todos enganchados a las maquinitas, sino de juegos de los de antes, donde aparte de aprender, también se hace ejercicio físico. A veces los hijos son los que acaban trayendo a los padres a un lugar donde se puede empezar almorzando y se termina cenando.
Eso sí, las reservas han de hacerse con un tiempo más que prudencial (670 444 433), teniendo en cuenta que cierra lunes y martes. La experiencia, desde luego, merece mucho la pena y quienes lo han visitado aseguran llevarse un pedazo de felicidad, por dentro y por fuera. ¡¡¡Ah, y a un precio más que razonable para estos tiempos de proverbial crisis!!!
2 comentarios
Máximo Medina -
Maria Hernandez -
Debe ser un lugar excepcional.
Dan ganas de coger el primer vuelo que salga hacia esa preciosa Isla y pasar unos días con un buen compañero de viaje, visitando, por supuesto, ese Restaurante-Museo tan espectacular (tanto por su cocina como por su museo)
Y olvidar, así, temporalmente a RajoyRecortes and Company.
Donde este lo tradicional y típico de cada lugar que se quiten los experimentos de la "alta" cocina actual (lo de alta debe ser por los precios) donde nada es lo que parece, no sabes lo que comes y encima las raciones que se sirven deben de ser pensadas para que te quedes con mas hambre de la que tenias.
Este lugar es una buena recomendación, sin duda. Un lugar donde perderse y disfrutar del paso de las horas sin prisas y en agradable compañía.
@MMariaHs