Psicosis meteorológica
La que se ha montado en las Islas en las últimas horas, mediáticamente hablando, por las fuertes lluvias caídas. De nuevo se vuelven a volcar las cadenas de televisión ante la llegada de los aguaceros, de los fuertes vientos y demás inclemencias meteorológicas, se hacen especiales y se infla el perro hasta el mismísimo cansancio, sin darse cuenta que aquí sólo estamos sufriendo unas precipitaciones importantes, pero ya habituales, pero que el centro, la capital financiera del planeta, Nueva York, ha permanecido dos días en el más absoluto de los colapsos. Pero es que nos encanta ser la salsa de todos los platos y, claro está, cuando comparas un hecho con otro es cuando tienes la sensación de pensar cuan provincianos son algunos.
Comprendo que en Canarias haya preocupación cuando nos sobrevienen estos fenómenos atmosféricos tan desfavorables, pero lo que tampoco es de recibo es que cada vez que se encapota el cielo, rápidamente se lancen alertas y alarmas para que la población no ponga un pie en la calle, como si las ciudades hubiesen sido víctimas repentinas de un ataque bacteriológico. No, no saquemos las cosas de quicio. Lo que había que haber hecho en su momento era predecir lo que podía haber pasado con la tormenta del 31 de marzo de 2002 que se llevó la vida de siete personas en Santa Cruz de Tenerife o la tormenta tropical Delta del 28 de noviembre de 2005. Entonces se desdeñaron los avisos y ahora, en cuanto caen cuatro gotas, ya tenemos montada la mundial.
En el Archipiélago se ha creado, gracias a determinadas cadenas de televisión (especialmente la que crea un agujero en el déficit de los ciudadanos) una psicosis meteorológica. Creo que es lo único que suele anteponerse a cualquier palabrea que haya pronunciado Paulino Rivero. Desde esa misma cadena (o de la productora de turno), por ejemplo, se actuó de manera bastante irresponsable enviando a una periodista y a un cámara el día del Delta para que informasen in situ de lo que estaba sucediendo. No les pasó nada a los compañeros porque Dios es grande. Pero Deltas y 31 de marzos sólo se dan de vez en cuando y no con la virulencia de un Katrina o de un Sandy. A ver si empezamos a administrar la información meteorológica con criterios periodísticos rigurosos y no dedicarse a crear infartos en la población, que hay mucha gente mayor que lo pasa realmente mal, especialmente quienes viven en esos caseríos de montaña.
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Máximo Medina -