Empleos sólo para canarios
Paulino Rivero vuelve a sacar la bandera de las siete estrellas verdes en materia de empleo. Sí, como sus políticas en materia de contratación laboral son más bien nefastas, al presidente canario no se le ocurre mejor medida que rescatar de la gaveta ese viejo anhelo, esta vetusta ansia de crear un mercado de trabajo donde sólo tengan cabida los canarios.
Eso de ser peninsular o ciudadano de la Unión Europea, es decir gente que tiene todos los derechos del mundo a trabajar en las Islas, a ojos de este presidente, no cuenta para nada. Este es el clásico político bananero que prefiere (no se vayan a indignar, que es un ejemplo) a un tipo iletrado de Taganana antes de que un puesto lo ocupe un licenciado en Ciencias Exactas por la Universidad de Berlín. Insisto, es un ejemplo.
Sin embargo, no se asusten los peninsulares o europeos que pretendan ir a Canarias a buscarse la vida de manera honrada. La propia Unión Europea les protege ante lo que sería un verdadero atropello al principio básico de libre circulación y, sobre todo, que los empresarios no son tontos y no van a contratar, aunque existan ayudas o subvenciones gubernamentales, a un trabajador que no tenga la cuantificación necesaria para desempeñar un empleo. ¿De qué vale llevarte 100.000 euros calentitos si luego tienes que aguantar a un incompetente que te hunda el chiringuito?
De todas maneras, el problema no radica en rescatar por enésima vez una medida que comisiona directamente con la Unión Europea, sino que las políticas de empleo del gabinete de Paulino Rivero se han demostrado del todo ineficaces y echarle la culpa al empedrado (a los que vienen de fuera) es un argumento falaz y gastado. En 2007, en julio, cuando toma posesión este presidente, en las Islas estábamos ya por encima de dos millones de personas y 135.000 desempleados. El crecimiento de población, que se sepa, no se ha duplicado, pero sí que lo ha hecho el número de parados, hasta llegar a rozar peligrosamente los 300.000. Ese, y no otro, es el problema.
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quieroserpolitico -
Eso de ser peninsular o ciudadano de la Unión Europea, es decir gente que tiene todos los derechos del mundo a trabajar en las Islas, a ojos de este presidente, no cuenta para nada. Este es el clásico político bananero que prefiere (no se vayan a indignar, que es un ejemplo) a un tipo iletrado de Taganana antes de que un puesto lo ocupe un licenciado en Ciencias Exactas por la Universidad de Berlín. Insisto, es un ejemplo.
Sin embargo, no se asusten los peninsulares o europeos que pretendan ir a Canarias a buscarse la vida de manera honrada. La propia Unión Europea les protege ante lo que sería un verdadero atropello al principio básico de libre circulación y, sobre todo, que los empresarios no son tontos y no van a contratar, aunque existan ayudas o subvenciones gubernamentales, a un trabajador que no tenga la cuantificación necesaria para desempeñar un empleo. ¿De qué vale llevarte 100.000 euros calentitos si luego tienes que aguantar a un incompetente que te hunda el chiringuito?
De todas maneras, el problema no radica en rescatar por enésima vez una medida que comisiona directamente con la Unión Europea, sino que las políticas de empleo del gabinete de Paulino Rivero se han demostrado del todo ineficaces y echarle la culpa al empedrado (a los que vienen de fuera) es un argumento falaz y gastado. En 2007, en julio, cuando toma posesión este presidente, en las Islas estábamos ya por encima de dos millones de personas y 135.000 desempleados. El crecimiento de población, que se sepa, no se ha duplicado, pero sí que lo ha hecho el número de parados, hasta llegar a rozar peligrosamente los 300.000. Ese, y no otro, es el problema.