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Desde mi escaño

Confitería Gil: La dulzura hecha arte

Confitería Gil: La dulzura hecha arte

Visitar Salamanca y no llevarse un buen surtido de ibéricos resulta un pecado, pero también lo es no visitar y degustar cualquiera de los magníficos productos que ofrece la Confitería Gil, enclavada en el pleno centro moderno de la capital charra, un templo de la dulzura castellana, reconocido además tanto a nivel nacional como internacional con los más prestigiosos galardones y que hace gala de una exquisita atención hacia su más que distinguida clientela.

¿Y dónde radica el éxito de esta confitería para que se haya convertido en uno de los puntos de obligada referencia y visita tanto para el salmantino como para quienes deciden darse un viaje hasta esta coqueta capital? Pues el secreto es sencillo, el trabajo puro y duro. Como en todos los órdenes de la vida, quien no se sacrifica, no triunfa. Nada viene dado por generación espontánea ni por los hados y mucho menos el estar en el top de establecimientos que cuentan con el respaldo de la clientela. Ese siempre ha sido el lema del ya tristemente desaparecido Agustín Gil Santana, alguien que desde muy tierna infancia supo que la constancia era la base para no sólo llegar a la cumbre, sino mantenerse en ella.

La fama y prestigio de Confitería Gil se la ha ganado a pulso año por ofrecer a los clientes una gran variedad de productos de gran calidad. Es completamente irresistible nada más pasar por su puerta fijarte en cualquiera de sus productos y probar absolutamente de todo. Además, una imagen vale más que mil palabras y sólo ver el escaparate o los expositores interiores dan por sí solos una idea de lo que el cliente posteriormente se va a llevar a casa.

Y es que cuando se manejan más de 700 referencias siempre puede pasar que exista alguna que no esté lograda, pero eso no es lo que sucede con esta dulcería. Todo, absolutamente todo, está elaborado con ingredientes de primera calidad y con todo el mimo y cuidado del mundo para poder cautivar a sus visitantes. Desde las trufas, las delicias navideñas, su surtido de pastas, la nata casera, el roscón de reyes o los pastelitos de mazapán, pasando por una gran selección de bombones, todo está para chuparse los dedos. Y, por supuesto, tampoco puede marcharse de Confitería Gil sin llevarse un espectacular hornaza, una de las joyas más preciadas de la gastronomía salmantina.

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