Pillados con las manos en la Enmasa
Decía el genial periodista José María García que el tiempo es ese juez único e insobornable que da y quita razones. El líder de Ciudadanos de Santa Cruz, Guillermo Guigou, denunció hace más de siete años que la privatización de Enmasa, la empresa municipal de aguas de la capital tinerfeña, y su concesión a Sacyr Vallehermoso (que, aclarando conceptos, no tiene nada que ver con Manuel Hermoso) era un completo disparate, algo que se había hecho a toda prisa, sin los estudios necesarios y que al final acabaría por demostrarse que la operación, lejos de dar réditos y, sobre todo, abaratar el servicio para los habitantes santacruceros acabaría siendo un despropósito tras otro y al final la empresa debería volver a ser de titularidad pública.
La cuestión de fondo es que el Tribunal Superior de Justicia de Canarias ha dado la razón a quienes como Guillermo Guigou plantearon en el ámbito judicial el dislate cometido por la entonces corporación del señor Miguel Zerolo, quien hoy dormita (con buen sueldo, por cierto) en los cómodos y mullidos escaños del Senado. El retorno de Enmasa a manos del Ayuntamiento era lo esperado, pero hasta entonces ha habido que tolerar una serie de astracanadas varias que han puesto en solfa la viabilidad de una empresa antaño rentable.
La propia Empresa Mixta de Aguas de Santa Cruz pidió subidas en la tarifa del agua, la posibilidad de despedir a trabajadores para reducir costes, amén de las presuntas irregularidades al subcontratar con empresas del grupo de Sacyr, algo que prohíbe el pliego de condiciones de su contrato. Demasiados tropiezos, demasiados incumplimientos, pero como tenemos la Justicia que tenemos y los políticos que tenemos (demasiadas décadas lleva CC instalado en la poltrona alguacilesca), pues lo lógico es que al final se demostrase que la operación había sido una chapuza de tomo y lomo.
Siempre es, desde luego, una buena noticia la recuperación, aunque sea por vía judicial, de una empresa que nunca tuvo que haber perdido su esencia municipal, pero la ambición y las prisas de unos políticos nacionalistas de voluntades (in)sobornables han provocado que Enmasa haya estado al borde de la quiebra y de la desaparición. Y es que aquí, por estas tierras, los responsables de las instituciones son capaces de vender los activos más valiosos al mejor (im)postor, ya sea éste feo o hermoso.
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Máximo Medina -