Soporífero Artiles
¡Qué hartazgo, qué asedio, qué agobio y qué saturación! Ya sólo falta que el año que viene la Cabalgata de los Reyes Magos de Santa Cruz de Tenerife acabe por recibir el nombre de Cabalgata de Manuel Artiles. Podemos estar de acuerdo en que este periodista grancanario, pero afincado en Tenerife, se mueve como pez en el agua por las sinuosas curvas mediáticas de la isla, pero llega un momento en que parece que Artiles es el santo de estampita, el milagrero que todo lo cura y todo lo puede. Y encima con ese traje de pecho-lata romano ya ni les digo.
De verdad, ¡qué delicia aquellas cabalgatas añejas cuando nadie era nadie! Y es que los Reyes Magos podían ser cualquiera de nosotros, su vecino del piso tercero, el quiosquero, un funcionario del Ayuntamiento. Los niños quieren ver a sus majestades mágicas y no a personajes de sobra conocidos. El hecho de que un Artiles, o como en su momento un Miguel Zerolo, desfilasen en este evento tan especial me parece una sobra y acreditada muestra del más rancio paletismo, una cacicada digna de los más supremos torpes que, ante una evidente falta de imaginación, tratan de darle a un evento el caché que en realidad no le hace falta.
Señores míos, ya es bastante originalidad que los Reyes desciendan en helicóptero. A partir de ahí, dejen que todo discurra acorde a la tradición. Sé que hay que vender espectáculo, que están las televisiones, que hay que enchufar a muchos extras, pero es que nada tiene que ver con la cabalgata los 200.000 personajes de Disney y otras productoras o famosillos de tres al cuarto que tampoco aportan nada más. Vamos, a veces la cabalgata de los Reyes Magos chicharrera parecía más la cabalgata anunciadora del Carnaval. Sólo faltaban las reinas y las murgas para que aquello se confundiese en el paisaje.
Alguien tendrá que explicar por qué el protagonista de la Cabalgata fue Artiles y no, como en realidad debía haber sido, los tres Reyes Magos. Tal vez, digo yo, es porque sus majestades no tienen cierto canal de televisión y, claro está, aquí últimamente parece que manda el que lleva la voz (y la cámara) cantante.
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Máximo Medina -