Empresario carota, trabajadores encomiables
Cuando en un medio de comunicación a los trabajadores se les adeudan cerca de 5 meses, lo lógico y lo normal es que al final empiecen a desertar en busca de otras salidas laborales, aunque en periodismo, cierto es, la situación resulta bastante peliaguda y no hay mucho campo donde buscar. Lo peor de esta situación es que la persona que tendría que dar la cara, ofrecer las explicaciones pertinentes, no lo hace, se cierra en su búnker a la espera de que el temporal remita y esa no es la cuestión. Las nóminas no se pagan contemplando la vida desde las alturas y a través de la cristalera. La situación es pésima, sí, pero no por ello la plantilla merece este maltrato y esa desconsideración.
Hubo trabajadores que creyeron a pies juntillas en el proyecto y se quedaron en él. Se siente, con toda la razón del mundo, estafados por el proceder del presidente del grupo. Éste no hace más que rodearse de (in)sobornables escuderos que le intentan hacer el trabajo sucio reuniéndose con los acreedores, poniendo nuevos plazos para que, una vez vencidos estos, tampoco abonar las minutas correspondientes. Es vergonzoso, pero lamentablemente esta clase de sujetos pululan con demasiada facilidad por el planeta mediático, gente con poca dignidad y menos agallas para explicar detalladamente cuál es el estado de las cosas.
Y como en cualquier situación de esta naturaleza, al final, quienes tienen la culpa de todo de su pésima gestión económica son otros, los poderes políticos, la competencia que roba a sus estrellas, los acuerdos publicitarios que sólo benefician al duopolio de turno. Y sí, puede haber algo de verdad en ello, pero también hay que tener el arrojo de reconocer los fallos propios y quien dirige ese grupo opta por la táctica Calimero, pensar que todo se trata de una confabulación judeo-masónica contra él para hundir su proyecto empresarial.
¡Qué pena, de verdad, que determinados medios estén dirigidos por gente que no sabe lo que es una galerada, un corte o un total! Son arribistas, sucedáneos rancios de Ciudadano Kane, que vienen de la política, de la agricultura o de la construcción, que creen tener un patrimonio con el que poder responder, pero cuando ven el chorreo de dinero que se les va entre las manos, optan por cerrar el grifo y les da igual dejar en la estacada a 10, a 100 o a 1.000 trabajadores. Y encima, en este caso concreto, gente que sigue sacando fuerzas, voluntades y ganas de donde no las hay para acudir diariamente a su puesto de trabajo. Encomiable.
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Máximo Medina -