El ejemplo de Rafa Nadal
Rafa Nadal es un fuera de serie. En plena disputa del US Open, el tenista de Manacor ha dicho que estará presente en la eliminatoria por la permanencia en la élite de la Copa Davis ante Ucrania. A día de hoy, con un calendario tan sumamente cargado como el de la ATP, no es nada sencillo que todo un campeón como Nadal, acostumbrado a levantar ensaladeras como si no costara, se preste a sacrificar los días de descanso y de estancia con sus seres queridos para intentar que España no sufra una debacle ante las raquetas ucranianas. El duelo se disputa en Madrid y eso supone un plus para los nuestros, pero dice mucho de la categoría del manacorí.
A fuerza de ser sinceros, a Nadal esta eliminatoria no le reporta mayor prestigio, no son puntos para la ATP, no va a alzar ningún título, pero sabe que es necesario enjugar el varapalo que se llevó España a principios de 2013 cuando, creyendo tal vez en que era más sencillo de lo previsto eliminar a Canadá en su casa, se llevó un soplamocos de padre y muy señor mío (y eso que venía de haber sido la subcampeona en noviembre de 2012 ante la República Checa). Pero Nadal también sabe que si quiere volver a estar en una final de la Copa Davis todo empieza, precisamente, por lograr la permanencia frente a Ucrania y después esperar al sorteo del 2014, a ver qué calendario de cruces se les presenta a los españoles.
La actitud de Nadal, quien ya expresó sus deseos de contribuir a esta eliminatoria con España han sido sumamente valorados desde las distintas instancias de la Federación de Tenis, desde su presidente, entrenador y los propios compañeros. Todos han visto en el deportista balear los valores que debe tener cualquier especialista en la alta competición, las ganas de jugar cualquier encuentro aunque no le ponga bajo los focos de la atención mediática internacional. Fíjense que de jugar el US Open, donde es uno de los más aclamados y perseguidos por los fans, va a estar en un cruce en el que el interés es prácticamente nulo, tanto por los medios foráneos como por nosotros mismos. De hecho, casi damos por hecha la victoria, pero ya cometimos esa imprudencia analítica en febrero de 2013 y por eso estamos donde estamos.
Quizá el ejemplo de Nadal deberían seguirlo otras figuras en otros deportes que suelen descolgarse con asiduidad de los compromisos cuando no les interesa. A veces es verdad que ligas como la NBA impiden a sus jugadores competir en los combinados nacionales para evitar el riesgo de lesiones, pero en otras ocasiones se trata de meros caprichos como el señor Mirotic que, fruto de un capricho y de una vendetta sin explicación, dejó colgados a los de Orenga para el Eurobasket de Eslovenia.
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Máximo Medina -