Rafa Nadal: Australia ve a un número uno también en la derrota
Le han querido enterrar los especialistas del periodismo cortoplacista, decían que ya no iba a ser el mismo tras regresar de una larga tensión, que al final se iba a quedar para jugar torneos menores en Brasilia, Viña del Mar o Acapulco. Pero no, nuestro número uno, el campeonísimo mundial, el de Manacor, el deportista más laureado de España, superando de largo a otro mito como a Ángel Nieto, Rafa Nadal, vuelve a hacer historia pese a no haberse llevado este grand Slam, el Open de Australia, cayendo con pundonor en la final a la revelación del torneo al suizo Stanilas Wawrinka, un jugador que es el relevo natural de Roger Federer, aunque desde luego está lejos, demasiado lejos, de lo que ha conseguido su compatriota, toda una referencia en el tenis mundial hasta la llegada de Nadal.
Lo mejor de nuestro Rafa Nadal, por encima de otros deportistas que sumaron dos campeonatos del mundo seguidos y luego han vivido de las rentas como fórmula uno de su modus vivendi, es la humildad, el no creerse nunca más que su rival, el respetar a cualquier adversario sobre la pista y, especialmente, reconocer las virtudes de todos aquellos que le han ganado sobre la pista, ya sea en superficie dura, tierra batida o la mítica hierba de Wimbledon.
El deporte de élite, y más en algo tan individual como el tenis, suele deparar demasiados egos, gente que va mirando con desdén a rivales y tratan a los aficionados como apestados, negándoles hasta la simple firma de un autógrafo. En el caso de Nadal, nunca se verán detalles feos, es un deportista criado y educado en la sencillez, en el respeto, en el sacrificio. De hecho, cuando empezaba a despuntar ya a una tierna edad, su tío y entrenador, Toni Nadal, le exigía que recogiese todas las pelotas que se habían ido quedando desperdigadas por la cancha de entrenamiento. Se le ha inculcado algo tan bonito y tan esencial como que después de tres, cuatro o cinco sets hay una vida aparte y que lo que los seguidores ven sobre la pista no es más que una extensión de lo que es el de Manacor en su vida cotidiana.
Por eso, Rafa Nadal, al igual que en su momento le sucedió a Miguel Indurain, nunca ha hecho de su poderío una cuestión para humillar a los rivales, siempre se ha mostrado cercano con el derrotado y hasta tuvo todo un detallazo con Federer, precisamente en Australia en 2010, cuando éste mostró su cara más frágil viendo que era imposible poder doblegar al tenista balear. Ojalá 2014 esté para Nadal lleno de éxitos, y seguro que, aparte de los títulos individuales, tendrá entre ceja y ceja la Copa Davis y también ganar por vez primera su única asignatura pendiente, la Copa Masters. Conociendo a Rafa, no es que lo vaya a intentar, es que lo va a lograr.
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