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Desde mi escaño

Una de jamón para la Infanta

Una de jamón para la Infanta

Si alguien aún puede sostener que la Justicia es igual para todos después de saberse lo que se ha sabido con el juicio de la Infanta Cristina, sería para decir alto y claro que sólo quedaría apagar la luz y pirarse a vela llena a otra galaxia. No sólo es que se burlan de los ciudadanos, es que directamente se ríen en su cara y aún pretenden que creamos que Pepito Pérez López recibe en los juzgados el mismo trato que la hija del Rey, que ni tan siquiera tuvo que pasar por el arco de seguridad (claro, a ella la conocen y saben que en su honradez ilimitada sería incapaz de llevar una recortada bajo el brazo o camuflada en el pantalón).

Pero lo cachondo del caso no es eso o que se haya pasado no sé cuántas horas de la vista respondiendo con evasivas. No, lo realmente indignante fue que habilitaron una sala especial para la Infanta, no sólo para que pudiera descansar, sino también recuperar fuerzas del durísimo interrogatorio del juez Castro con un catering especialmente pensado en tan exquisito paladar. El ingrediente estrella era un jamoncito (no precisamente del Carrefour) que Doña Cristina pudo degustar y deglutir con pasión mientras terminaba de preparar la defensa con sus abogados.

Alguien podría replicarme que pobre Infanta, que ella, al igual que cualquiera de nosotros, necesitaba echarse algo al estómago después de tantas horas de preguntas. Sí, claro, no sería de recibo que un imputado muera por inanición, eso está claro. Pero una cosa es que coma algo y otra que le lleven un Cinco Jotas (como poco) y además preparado con el mayor de los esmeros. ¿Y no le prepararon unos canapés de chorizo? Pues mire, lo estuvieron pensando, pero lo descartaron sobre la marcha, principalmente porque la asociación de Chorizo de Cantimpalo podría haberle denunciado por antropofagia, una choriza (supuesta) devorando a los de su especie. Ya sería de traca.

Eso sí, queridos lectores, si algún día tienen la mala suerte de tener que declarar por espacio de varias horas ante un juez, no crean que van a disponer de sala de relax o que les van a preparar un catering de categoría. Tendrán que salir a la calle, buscar un bar donde poder comer un bocata y una caña en tiempo récord y, sin haber podido hacer la digestión, seguir aguantando el interrogatorio. Eso sí, algunos dirán que la Justicia sigue siendo igual para todos…con excepciones, claro.

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