Diego Costa: un pendenciero sospechosamente buscado
No voy a ser yo quien se convierta en el abogado defensor de Diego Costa. El jugador hispano-brasileño del Atlético de Madrid no es un dechado, precisamente, de virtudes. Su aspecto de jugador pendenciero, abierto a todo tipo de broncas, navajeos y peleas tabernarias que empalidecerían al mismísimo John Wayne, motiva que haya dudas sobre la conveniencia o no de incluirle en la relación de seleccionables por Vicente del Bosque para el Mundial de Brasil. Cierto es que el técnico salmantino quiere contar con él, pero igual de repente la situación o el contexto le obligan a tener que modificar su pensamiento.
Pero, a pesar de que Costa es como es, lo cierto es que repasando con tranquilidad las imágenes que por las distintas cadenas se pusieron del derbi copero con el Real Madrid me vino a la mente que tal vez los encontronazos que algunos madridistas tuvieron con él, en especial Arbeloa, tal vez vengan disfrazados de encargo. ¿De qué tipo de encargo? se preguntarán ustedes. Pues de una sugerencia de delanteros españoles que están militando en nuestra liga y en otras de relevancia y que podrían quedarse sin puesto en España por la inclusión de Diego Costa.
Piensen ustedes que puntas como Negredo o Torres podrían ser perfectamente descartables a día de hoy con la Selección o, dentro del propio Real Madrid, ¿quién puede negar que en cuestión de dos semanas vamos a tener debate sobre una posible inclusión de Jesé en la lista de Del Bosque? Por eso, simplemente por eso, veo que hay una conjura para hacerle perder los nervios al delantero rojiblanco y que éste acabe dando que pensar al salmantino y opte por modificar su decisión inicial, que es incluirle en la relación de 23 que viajará hasta el país carioca.
Evidentemente, insisto, Costa se las pinta el solito para quedar en evidencia a las primeras de cambio, pero en ese derbi hubo escenas que dan sospecha y sobre todo cuando van dirigidas al mismo, desde empujones, puñetazos, pisotones o sonada de narices a medio palmo de su cara. Quizá exagere en el análisis, pero cuando se quiere hacer campaña sorda contra alguien, tampoco es muy complicado de armarla. Tiempo al tiempo.
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