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Desde mi escaño

Zaragoza: Dos catedrales, Goya, Gargallo y la sorpresa de un teatro romano

Zaragoza: Dos catedrales, Goya, Gargallo y la sorpresa de un teatro romano

Romanos y árabes no podían estar equivocados. Si ambas culturas se encariñaron de Zaragoza, por algo sería y no es de extrañar que a día de hoy sea una de las ciudades de referencia a la hora del turismo nacional e internacional. Pese a que es una de las grandes urbes de España, con una población en torno a los 700.000 habitantes y una extensión considerable, especialmente tras la exposición internacional de 2008, la riqueza de la capital maña se circunscribe a un pequeño perímetro en el que se concentra prácticamente todo el arte que cualquiera pudiera desear. Además, el Ayuntamiento ha sabido sacarle partido a este legado cultural y, por un módico precio, dispone de recorrido guiados que dejan al visitante con un agradable sabor de boca.

Zaragoza dispone de una importante capacidad hotelera, alojamientos además no sólo confortables, sino también a un precio más que competitivo, por lo que es sumamente complejo decantarse por uno, pero si quieren una recomendación con fundamento, no duden en reservar en el hotel Las Torres, un coqueto complejo hotelero, justo enfrente de la Basílica de El Pilar y cuya noche con desayuno incluido no sobrepasa los 70 euros, toda una ganga. Personal amable y sumamente eficiente, habitaciones remozadas y sumamente cómodas, un excelente servicio de restauración y un spa que hace las delicias del cliente, bien para relajarse tras una jornada de visita cultural o bien simplemente por puro capricho.

Justo al lado de Las Torres se encuentra habilitada la oficina de turismo de Zaragoza donde no sólo le informarán con detalle de todo lo que puede hacer en la ciudad, sin también adquirir cualquiera de las excursiones propuestas, desde un garbeo gastronómico, probando las exquisiteces aragonesas (ternasco, frutas de Aragón, aceites, trenzas, guirlache… y sus sublimes caldos) a un recorrido por todo lo que es la figura de su aragonés universal, Francisco de Goya y Lucientes o  una visita por todo el caso antiguo, visitando desde el Museo de Pablo Gargallo, la torre de San Gil, el Teatro Romano o las dos catedrales, San Salvador, más conocida por La Seo y El Pilar.

Curiosamente, la capital que parte en dos el río Ebro es una de las pocas ciudades que tiene tan cercanas dos catedrales, apenas existen 100 metros entre una y otra y ambas tienen curiosidades que incluso sorprenden a propios y extraños. Para empezar, la catedral conocida como La Seo tiene una redundancia en su nombre y es que Seo es una palabra del vocabulario local que significa catedral, por lo que en realidad decir Catedral de La Seo es decir catedral de la catedral. El edificio es una mezcolanza de diversos estilos arquitectónicos, desde el mudéjar-gótico al renacentista, pasando incluso por elementos barrocos y que en nada puede envidiar al edificio que tiene a esos pocos metros de distancia.

Eso sí, en Zaragoza, si usted pregunta a alguien por la catedral de El Pilar sabrán de primera mano que usted es forastero. A decir verdad, esta basílica es concatedral, pero nadie del lugar se refiere a ella así, sino como basílica. Para los maños, la catedral por excelencia es La Seo. La basílica domina la ciudad y se impone tan majestuosamente a todo lo que hay a su alrededor que la leyenda cuenta que el caudaloso río Ebro ‘calla’ justo cuando pasa frente a este monumento, un edificio que, tradición, leyenda o la diosa fortuna, ha sobrevivido no sólo al ataque de unos facinerosos hace unos meses cuando plantaron un artefacto casero, sino incluso al ataque aéreo durante la Guerra Civil. Dos bombas consiguieron penetrar las cúpulas y caer en el interior del templo, pero ninguna de ellas llegó a explotar. ¿Milagro? Hay teorías para todo, pero las dos versiones que corren es que fue la virgen la que impidió que estallasen y otra que ambas bombas cayeron sin tener la espoleta correspondiente para que estallase.

También es curioso cómo se descubrió el teatro romano de Zaragoza, ya que donde se asentaba se habían establecido barrios desde el siglo XI en adelante. Y fue ya en pleno siglo XX, tras el derrumbe de una vivienda, cuando un historiador e investigador solicitó permiso para poder husmear en los cimientos y descubrió los restos de un teatro que, según los estudios, podría haber sido similar al de Mérida, pero evidentemente, el paso del tiempo y las atrocidades urbanísticas sólo han permitido rescatar una pequeña parte. De hecho, resulta hasta un anacronismo ver cómo esta maravilla romana está rodeada literalmente de edificios.

Por supuesto, tampoco pueden dejar de visitar el museo dedicado a la figura de Pablo Gargallo, donde se encuentra además una de las tantas copias autorizadas de su obra cumbre, El Predicador, o, evidentemente, los incesantes guiños a ese genio universal de la pintura que es Goya, al que hoy valoramos como debe ser, pero que en su tiempo, como otros muchos genios, vio como se le negaban el pan y la sal, incluso con reticencias cuando le dejaron pintar, y casi como un favor, dos pequeñas cúpulas de la basílica de El Pilar.

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