Tarragona: la desconocida perla mediterránea
Siempre que se habla de destinos vacacionales en nuestra Península ibérica y pensamos en sol y playa se nos viene rápidamente a la cabeza Gandía, Benidorm, Alicante, Torrevieja, Denia, Salou, Málaga o Cádiz, pero nos dejamos (me incluyo en esa amnesia) una ciudad que como algunos dicen es la gran desconocida, Tarragona, una pequeña ciudad de 140.000 almas, una urbe muy manejable, muy cómoda y que tiene tras de sí toda una Historia. Sí, Historia en mayúsculas porque incluso llegó a ser capital de nada más y nada menos del Imperio Romano, aunque es verdad que por poco tiempo, del año 26 al año 24 antes de Cristo, pero ahí queda el dato.
Precisamente, aunque Tarragona cuenta con una de las joyas de la arquitectura pura y dura del tránsito entre el Románico y el Gótico como es la catedral de Santa María, un edificio además inacabado por mor de la peste negra en el siglo XIV, esta ciudad ofrece innumerables vestigios del paso y estancia de los romanos por estos lares. Paradójicamente, la construcción de muchas casas encima de las estructuras romanas han ayudado a la preservación de muchísimos elementos, desde un espectacular anfiteatro, al circo, a la muralla de Pilatos y a una muralla espectacular, con casi 2 km recuperados de los más de tres que llegó a tener. Además, muchos negocios, bares, tiendas y entidades bancarias conservan en su interior huellas de ese floreciente Imperio Romano, especialmente visible el que se puede ver dentro de las oficinas de La Caixa, en la Plaza de la Font.
Y, tal y como avanzaba anteriormente, también Tarragona tiene tesoros de época medieval, sobre todo esa catedral de Santa María que está situada sobre lo que era un antiguo podio romano donde estaba situado un templo. Esta estructura es la única que existe puramente románico-gótica y cuando estalló ese brote de peste negra las obras pararon y después, con la pujanza de otras ciudades como Barcelona, ya no continuaron. De hecho, con buen criterio, se decidió no tocar una piedra ni seguir con la construcción para no hacer una mezcolanza estilística. En la portada de este edificio se puede observar como hay dos ventanales que jamás se remataron y conducen a la nada, al vacío. Pero eso es lo que le da valor y diferenciación con respecto a otras estructuras que años o siglos después quisieron ser retocadas.
Eso sí, aunque la catedral está dedicada a Santa María, la patrona de la ciudad es Santa Tecla y su historia es digna de ser contada, ya que ella, pese a estar prometida en matrimonio a un noble como también era ella, quedó prendada de las palabras de San Pablo y se dedicó en cuerpo y alma a seguirle y, a pesar de las numerosas torturas a las que fue sometida, jamás feneció hasta que lo hizo por cuestiones biológicas. Tan impactante fue su historia que fue tomada como patrona tarraconense.
Para quien quiera hacer un repaso de la historia de la ciudad en unos 45 minutos, tiene la posibilidad de tomar el trenecito que para al final de la Rambla Vella, justo antes de comenzar la Vía Augusta, en el exterior de la muralla romana, donde en varios idiomas le explicarán lo más sobresaliente de la evolución de esta urbe. Todo pensado en aquellos que prefieran disfrutar de las playas del Miracle y de la Arrabassada.
Eso sí, la recomendación es ponerse en manos de los auténticos profesionales y los guías de Turismo de Tarragona: www.turismotarragona.com son unos acreditados especialistas que no sólo le enseñarán la ciudad de arriba abajo, sino que además podrán responderle a cualquier pregunta, curiosidad histórica o hasta recomendaciones gastronómicas. En nuestro caso vimos la ciudad en compañía de Ramón y Meritxell que nos dieron toda una clase magistral de Historia, pero a buen seguro que cualquiera de ellos hará de su visita guiada un verdadero placer.
Por supuesto, la ciudad cuenta con una oferta gastronómica digna de tener en cuenta, con una infinidad de restaurantes y bares que se sitúan al final de la Rambla Nova (es imperdible asomarse al balcón para contemplar la que dicen que es la mejor vista del Mediterráneo) y luego callejear hacia arriba por la plaza de la Font y hacia la catedral, donde encontrarán desde los restaurantes más exclusivos hasta bares donde hay pinchos hasta decir basta y unas heladerías y cafeterías de auténtico lujo.
Finalmente, en materia de alojamiento, Tarragona disfruta de un excelente repertorio hotelero y a un precio bastante asequible. Nosotros recomendamos uno muy céntrico, en plena plaza Imperial Tarraco, el Ciutat de Tarragona (977250999), donde la relación calidad-precio es toda una ventaja para el cliente, con un trato amable, habitaciones lujosas, instalaciones modernas y un servicio de restauración de diez. De hecho, si uno siguiese los consejos de los nutricionistas, desayunar como un rey y cenar como un pobre, en este hotel puede disfrutar de unos desayunos de categoría y con un personal muy atento y muy amable. Ahora les toca a ustedes constatarlo.
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