El descabello del Ayuntamiento santacrucero con la plaza de toros
Canarias, por una absurda ley que prohíbe las corridas de toros (incluso llegó a ensombrecerse hace muchos años la señal nacional de TVE cuando la pública ofrecía estas retransmisiones del arte de Cuchares), tiene entre sus tesoros arquitectónicos una plaza de toros en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, un coso taurino que ha caído en el abandono más absoluto porque el equipo de Gobierno, comandado por Coalición Canaria, ha optado por hacer un descabello y que el recinto se caiga por sí solo (eso sí, llevándose por delante la vida de algunos de los indigentes que duermen en algún rincón del mismo).
La plaza de toros tinerfeña lleva décadas sin ofrecer corridas, pero sí que ha servido para albergar mítines de todos los partidos políticos hasta mediada la década de los 90. Por la misma han pasado Suárez, González o Aznar, ha habido conciertos de grupos nacionales, humoristas, representaciones teatrales, actos del Carnaval. Es decir, el recinto ya no era usado para el fin primigenio para el que fue erigido, pero sí que tenía otras finalidades y era referencia obligada de los santacruceros a la hora de acudir a disfrutar de cualquier evento.
Sin embargo, en el Consistorio chicharrero, donde piensan con los pies, creyeron que era el momento de cargarse la plaza de toros y sobre el año 2005 o 2006 abrieron un concurso de ideas para ver qué finalidad se le podría dar al solar que quedaría una vez se tumbara el coso. Ganó, si la memoria no me falla, uno que contemplaba la construcción de una torre (¡qué raro!) y un pequeño parque. Rápidamente, como si allí hubiera estallado una epidemia, se reclamó a los dueños de los negocios establecidos en los bajos que tenían que salir de allí a la máxima celeridad porque las obras era inminentes, exactamente igual que le pasó al dueño del Pepe Ramos I y II en Las Teresitas, al que corría mucha prisa tumbarle los chiringuitos para después no hacer nada. Pues bien, con la plaza de toros ha sucedido lo mismo.
Ahora queda una infraestructura que se cae a pedazos, una fachada horripilante, suciedad, ratas y toda clase de insectos pululando por su interior y colándose en las viviendas colindantes. Desde luego, más que una faena de aliño, lo que ha hecho el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife es el Don Tancredo y con Zerolo y Bermúdez en el perfecto rol de bomberos-toreros.
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