'Ali' Pujol y los 40 Mas ladrones
El nacionalismo catalán acaba de perpetrar el penúltimo despropósito en su alocada carrera hacia el suicidio. Apenas habían pasado 15 horas de la surrealista y churrigueresca comparecencia del señor Pujol, más conocido como el entrañable abuelo choricete de Casa Tarradellas, cuando Artur Mas se dispuso, pluma nueva en mano, a firmar el decreto por el cual se publicaba en el Boletín Oficial de Cataluña la aprobación de la consulta proseparatista del próximo 9 de noviembre. En realidad, más que un decreto, fue un decretino, propio de un individuo que aspira a ser que Kim Yoo Sung de Cataluña, el líder que sueña con una Cataluña de estética y uniformidad coreana (Luis Balcarce, de Periodista Digital, dixit y a él le corresponde el copyright).
Evidentemente, como en una partida de ajedrez, sólo tardó unos minutos el Gobierno de la nación en mover ficha. Con Rajoy aún regresando de China (no sabemos si con Felipe VI, Juan Carlos I o Juan Carlos II), fue la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, la que tuvo que hacer el movimiento de jaque a Mas y a su descerebrado propósito de sacar las urnas a la calle.
En cuestión de horas o, a lo sumo, días, se espera que el Tribunal Constitucional se pronuncie en contra de la intención del presidente catalán, lo que le obligará a la disyuntiva de seguir en el cargo como si nada hubiera pasado o bien, si es que tiene sentido del orgullo herido, disolver el Gobierno y convocar elecciones (aunque ya por tiempo parece que no pueden ser para el 9-N porque, salvo error por mi parte, entiendo que debe haber un mínimo de 45 días desde la convocatoria).
Sea como fuere, en Cataluña las cosas van a ir poniéndose más oscuras y complicadas para ese nacionalismo de cartón-piedra, ese independentismo que no era más que una cortina de humo para que los Pujol y demás patulea robasen a manos llenas a la par que gritaban a los cuatro vientos que Madrid les robaba. Aquí se ha demostrado que los únicos que se han robado a sí mismos han sido toda esta colección de politicastros catalanes que se han enriquecido durante décadas y sólo la acción del paso del tiempo, que reblandece la mente de cualquier persona, ha sido la que ha motivado que hoy sepamos que el pujolismo no era más que un vulgar latrocinio, aunque algunos se empeñen en darle una etiqueta de seny y catalanidad. ¡Y una porra! Son Ali Pujol y los 40 Mas ladrones.
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