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Desde mi escaño

Parque Nacionales de Canarias: la gallina de los huevos de oro

Parque Nacionales de Canarias: la gallina de los huevos de oro

El Gobierno de Canarias o los Cabildos o ambos en perfecta comandita, ya no saben qué hacer para seguir sangrando a los ciudadanos. De nuevo, cuando el debate sobre cobrar a los visitantes que accedieran a los Parques Nacionales del Archipiélago parecía haber quedado enterrado, se encargan de esgrimir la necesidad de sacar unos cuantos cuartos por entrar en Timanfaya, en Las Cañadas del Teide o en La Caldera de Taburiente. Es decir, lo que ha creado la madre Naturaleza, perdonen que me ponga tan poético, resulta que nos lo quieren pispar cuatro mangantes que no tienen oficio, pero sí mucho beneficio.

La idea de meterle tasas a los que desean disfrutar de una plácida jornada en uno de estos emblemáticos y bellos lugares de Canarias no es nueva. Ya se estuvo dando la murga durante mucho tiempo con el hecho de que los automovilistas deberían de pagar por dejar estacionados sus vehículos, luego se hablaba de que la medida sólo afectaría a los turistas y que, por tanto, se cobraría nada más a los coches de alquiler, olvidando que la gran mayoría de ellos suben en autobuses, así que más bien iban a percibir pocos ingresos en ese apartado.

Asimismo, al no tener transferidas las competencias por parte del Estado, cualquier iniciativa en ese aspecto, iba a quedar capada y entonces empezó la batalla para que Madrid les diese la gestión, aunque en realidad su meta, la del Gobierno canario y la de los Cabildos no era otra que explotar los Parques Nacionales como un negociete particular, tratando de sacar perras de un lado o de otro.

Al Ejecutivo regional, verdaderamente, le trae al pairo la ecología (cómo quedó demostrado con Granadilla), pero sí busca fórmulas para rentabilizar una competencia que sale verdaderamente cara, entre otras razones porque emplazamientos del tamaño de Las Cañadas del Teide o de La Caldera de Taburiente no se cuidan por sí solas, precisan de infraestructuras mínimas y de personal que esté pendiente de la preservación de las zonas protegidas, así como de aquellos que puedan sufrir algún tipo de percance. Claro, el gabinete autonómico se queja de que la broma de gestionar los Parques Nacionales le sale por un pico y quiere o que Madrid financie el mantenimiento o que los turistas paguen, aunque conociendo a nuestros dirigentes, ellos tirarían por una fórmula mixta, que paguen ambos (y la propina aparte).

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