La muerte de Jimmy
Voy a ser políticamente incorrecto, pero debo confesar que el fallecimiento del ultra del Deportivo de La Coruña, un tal Jimmy, después de conocido el historial del sujeto, me deja casi tan impasible como cuando un etarra ha salido volando por los aires cuando intentaba poner un artefacto explosivo.
Sí, este individuo, aunque no justifico en modo alguno su asesinato, no venía a otra cosa a Madrid que a darse de palos con otros de su misma calaña, gentuza que debería de estar erradicada del fútbol y de cualquier acontecimiento deportivo. Estos secuaces descerebrados sólo vienen a montar el circo a las ciudades y suelen provocar todo tipo de problemas a los agente de la ley y, especialmente, a los que somos ciudadanos normales, personas que podíamos haber estado perfectamente paseando por la zona y encontrarnos con esta manada de ‘Atilas’.
Y es que, aunque en un principio uno siente que un aficionado que haya ido al fútbol haya acabado de esa lamentable manera, luego, pasadas las horas, piensa que tal vez ha habido suerte, muchísima, de que el golfo este o cualquiera de los que iban a pegarse con él y sus compañeros, no se hubiesen cruzado por medio a una víctima inocente. La zona de Madrid Río es muy frecuentada a esas horas de la mañana por gente que se dedica a hacer deporte, amén de bares y cafeterías que a esas horas ya están abiertas. Imagínense ustedes que se llevan estos abyectos a una pobre criatura que nada tiene que ver con su guerra.
Eso sí, todo esto también tiene que servir de lección para que las autoridades pongan de una vez por todas el ansiado remedio y que los golfos de uno y otro bando jamás pisen un recinto deportivo. Hoy podemos estar lamentando la muerte de un delincuente como Jimmy, pero mañana el afectado puede ser un padre de familia, un joven o quien quiera que sea que simplemente tendría la mala suerte de pasar justo en el momento en que la manada campaba a sus anchas.
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