Miguel Zerolo no se va del Senado ni con imputaciones hirviendo
El señor Miguel Zerolo va a seguir como senador. Después de darle mil vueltas a su situación jurídica, los sabios del lugar han decidido que la imputación no es razón suficiente como para que deje el escaño y el exalcalde de Santa Cruz se siente tan feliz por tamaño regalo. Así que nada, a seguir amojamado en el sillón de cuero sin disparar cartucho alguno, algo que ya hizo con bastante descaro en su última legislatura al frente del Consistorio santacrucero.
La historia de Miguel Zerolo es la de un líder que supo arrimarse al mejor padrino, Manuel Hermoso, que fue puesto como consejero de Turismo llevando el nombre de Canarias a los rincones más insospechados, que luego fue de alcalde de tapadillo en la lista de CC por detrás de don Manuel en una trampa demasiado artera que practican muchos partido y desde ese junio de 1995, alcalde de la ciudad hasta que en 2011 dijo que se presentase Rita la Cantaora, es decir Don José Manuel Vermutdez y Arkaba, que él se iba a seguir ganando pasta como senador sin disparar un cartucho al aire.
Zerolo, perro viejo de la política, jugó durante muchos mandatos a creerse el Al Capone de la ciudad. El control que ejerció de los medios de comunicación era muy hábil, yo te meto campañas de publicidad, pero tú bajas el listón a cero de las críticas y si alguien tenía la osadía de sacar trapos sucios de su excelentísimo, telefonazo al canto y a la mismísima calle al redactor osado, Que pregunten en Diario de Avisos que es lo que le paso a una redactora (luego recolocada en prensa del Ayuntamiento).
El político de Coalición Canaria es una suerte de mafiosillo de barrio venido a menos, un personaje imprescindible en el relato de una Canarias ahogada por la corrupción más lacerante. Para Zerolo era esencial salir mucho en cámara, disfrutar de su momento de gloria, hacerse fotos de oportunidad en prensa, visitar las murgas, rondallas y diversas asociaciones culturales. Eso sí, cuando había que dar la cara ante los problemas, él se mandaba a mudar a jugar tan ricamente al golf y si alguien se lo afeaba, encima era capaz de interrumpir una emisión de Radio Club Tenerife (SER) y poner a caldo pota a quien había dado paso anteriormente al oyente indignado. Este es don Miguel Zerolo Aguilar, un vivales más vago que la chaqueta de un guardia, pero con turbias historias tras de sí.
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