Fernando Torres: mucho ruido y pocas nueces
No puedo estar conforme con el fichaje de Fernando Torres por el Atlético de Madrid. Ojalá y como atlético me equivoque, pero el delantero vendrá al cuadro colchonero a poner prácticamente punto y final a su carrera profesional tras estar dando tumbos en los últimos tres años, aunque su declive se viene apreciando con notoriedad desde que el jugador anotara aquel gol frente a Alemania en la final de la Eurocopa de 2008 que nos hizo cambiar la historia de nuestro fútbol. Un botín importante, pero del que el Niño ha estado viviendo en los últimos tiempos y ya son más de seis años los transcurridos desde aquel momentazo.
Torres, nadie lo pone en duda, ha sido santo y seña del Atlético de Madrid, de ese club que empezó a reconstruirse de sus cenizas en los estertores del primer año en el infierno. Luego, otro curso más en la división de plata donde el ascenso vino casi en la primera vuelta y luego varios años de transición en la élite donde el cuadro no era capaz de pasar más allá de un séptimo puesto. Torres, en estas temporadas insulsas, consiguió hacerse una figura de relevancia y año tras año era cada vez más complejo poder quedarse en el cuadro de la ribera del Manzanares y aún así aguantó hasta 2007 y se decidió tras un 0-6 del Barcelona en el Calderón.
Su salida a Liverpool le vino bien a él y al Atlético. El de Fuenlabrada, porque se iba a un equipo con aspiraciones de ganar muchos títulos y en el conjunto rojiblanco porque su dinero dio para empezar a juntar a cracks y meterse por primera vez desde 1996 en la Champions. Lo curioso es que Torres, tras tres años buenos en el Liverpool, empieza a ir apagándose su estrella a la par que al Atleti llega un tal Simeone que le mete e inyecta ADN ganador a la entidad y en poco más de dos años se hace con una Europa League, una Copa del Rey, una Supercopa de Europa, una Liga y una Supercopa de España.
Aquí, ahora mismo, Torres tiene poco espacio, por no decir ninguno, es un jugador que viene en claro descenso, que ni en el Chelsea ni en el Milán han visto posibilidades de recuperarlo para la élite. Su llegada al Calderón tiene un efecto más simbólico que práctico y conociendo a Simeone, éste no va a hacer tabla rasa con nadie, por mucho que Torres haya sido guía y faro de unos años en los que el Atleti era un equipo de clase media o mediocre.
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