Propagandista Rajoy y una oposición mendaz y mezquina

Que la economía española va a registrar en 2015 unos resultados bastante aceptables es una verdad que no se le escapa a nadie. Cierto es que venimos de donde venimos y cuando ese lugar del que se procede es el fondo, lo lógico y lo evidente es subir. Con poco que se crezca, ya estaremos mejor que en fechas anteriores, especialmente que en 2010, 2011 o 2012, pero tampoco se trata de echar las campanas al vuelo. Ni mucho menos, sobre todo porque este país llamado España sigue teniendo una lacra de 4,4 millones de desempleados. De acuerdo que no son los seis de hace año y medio, pero aún queda un largo trecho como para ponernos ahora exquisitos y empezar a disparar voladores.

El caso es que la maquinaria propagandista del Gobierno se ha puesto en marcha porque en año de doble-triple cita electoral toca vender optimismo y aunque los datos del paro, por ejemplo, son los mejores del último lustro, está claro que aún no se ha conseguido nada y a veces le vendría mejor al Ejecutivo seguir trabajando en vez de pararse y posar de cara a la galería.

Y es que a Rajoy le perseguirá siempre, como una mala pesadilla, la famosa imagen en la que, aún siendo jefe de la oposición, se fotografió delante de una oficina de Empleo y dando un titular contundente sobre que bajo su mandato acabaría con esa lacra. Pues de lo dicho al hecho sigue habiendo un buen trecho. Está claro que en esa ocasión al líder del PP volvieron a jugarle una mala pasada sus asesores de imagen, que normalmente suelen ser los mismos que le diseñan las campañas electorales bajo la misma táctica, la de ser un amarrategui de mucho cuidado.

Eso sí, si el Ejecutivo ha hecho sus deberes a medias, la oposición, cuando menos, debería permanecer calladita, sin mostrar su enfado ante la leve bajada del paro. Habrá que decirle a los ultras de Ferraz que miren los datos de los últimos años del inútil y mendaz Zapatero antes de ponerse a hablar como papagayos sin más argumentos además que repetir lo que previamente han dicho los ‘sindicalistos’, unos señores que siempre están disconformes con el Gobierno de turno, pero que por detrás trincan más pasta que una jubilada viciada todo el día en la máquina tragaperras.