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Desde mi escaño

Dolce y Gabbana le han dado por detrás a los del lobby gay

La han liado buena, aunque hay quien les apoya incondicionalmente a pesar de los palos que les están dando. Las declaraciones de Domenico Dolce y Stefano Gabbana a favor de la familia tradicional en una entrevista publicada por la revista Panorama, siguen trayendo cola. Y es que a nadie se le oculta que el lobby gay es demasiado potente como para intentar desacreditar a estos dos genios de la moda que se han atrevido a decir en voz alta lo que muchos piensan, que un niño debe tener como referentes un padre y una madre y no dos madres o dos padres.

Porque ahora lo guay, lo progre, lo que mola, es que te venga el Ricky Martin de turno o el Miguel Bose taciturno a airear a los cuatro vientos que es gay y que junto a su pareja van a adoptar y a cuidar de uno, dos, tres y hasta cuatro chavales. No estoy diciendo que no vayan a darles todas las comodidades y ponerles al alcance todos los medios para poder ser alguien en la vida, pero no sólo de riqueza e intelecto vive el ser humano. Es necesario que el pequeño no se confunda ni sea confundido. Lo natural es tener una mamá y un papá, lo demás es contranatura (y sin necesidad de poner como ejemplo las peras y las manzanas).

Ya hay quienes sostienen que hay que hacer un boicot a ambos diseñadores por homófonos y por tener ideas del medievo. Nada más lejos de la realidad, lo que han hecho Dolce y Galbana es tener unos testículos más grandes que el caballo del Espartero y escupirle la verdad a la cara a esos que van defendiendo unos principios que para nada son naturales.

Insisto, el día que dos hombres o dos mujeres entre sí son capaces de concebir sin necesidad de ayudas médicas, me lo cuentan y entonces cambiarán mis esquemas mentales. Mientras tanto, chapeau por estos dos artistas que han sabido ponerse el mundo por montera y no dejarse atosigar por la asfixiante presión de un colectivo homosexual que se creen los dueños del chiringuito. Ya va siendo hora de darle la vuelta a la tortilla (y dicho sea sin segundas lecturas).

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