La tortilla de Pedro Sánchez nos importa un huevo
Nos importa un huevo, y nunca mejor dicho, la tortilla de Pedro Sánchez con Pablo Iglesias. Más bien lo que nos preocupa a los ciudadanos es la empanada mental que tiene el líder de los socialistas y que ahora quiere mezclarse como una ensaladilla rusa con Podemos en una suerte de aliño electoral que en nada beneficia a los socialistas, incapaces de detectar que el bizcocho que quieren levantar con la levadura populista va a tener el mismo efecto que la gaseosa, saldrá con mucha fuerza, pero se trata de burbujas que desaparecerán como pompas de jabón.
Pedro Sánchez quiere convertir la paupérrima carta de resultados electorales del pasado 24 de mayo de 2015 en un menú del Ritz o del Westin Palace, pero los clientes, es decir los votantes, están ya baqueteados en estas lides de políticos que se meten en la cocina con otros pinches a crear y presentar platos de apariencia apetitosa, pero que por dentro están poco hechos y con materias primas escasamente consistentes.
Lo cierto es que Pedro Sánchez está haciendo un pan como unas tortas y encima, cenando menos que el tragaldabas del coletas y cobrando mucho menos que él, fue quien se rascó el bolsillo. Normal que su interlocutor esté flotando en las nubes y empiece a dejar de lado eso de asaltar los cielos. Además, ¿para qué quieres asaltar los cielos cuando los guardianes de los mismos te están franqueando la entrada?
Lo que está claro es que mientras Pedro Sánchez busca desesperadamente la aprobación de la cúpula de Podemos, a Pablo Iglesias sólo le falta, que diría David Gistau, pisar moqueta en el palco del Santiago Bernabéu y fumarse un buen habano con Florentino Pérez. Así ya alcanzaría lo que tanto había detestado, se un auténtico ejemplar de la casta.
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