La nueva guarrada de Ada Colau: cargarse el turismo de lujo de Barcelona
Barcelona va proa al marisco con Ada Colau de alcaldesa, pero la culpa no sólo la tiene ella, sino todos aquellos partidos que la sostienen en el cargo, ERC, CUP y el PSC-PSOE. Todos ellos van a ser copartícipes y responsables de lo que suceda en la Ciudad Condal hasta junio de 2019. El que gane las elecciones en esa fecha puede heredar una urbe completamente devastada, salvo que alguien ponga unas gotas de sentido común y acaben desalojando a esta mononeuronal de la poltrona barcelonesa. Pero mucho me temo que ni radicales ni independentistas catalanistas están por la labor y los socialistas, por su parte, llevan ya demasiado tiempo hipnotizados por Podemos y sus marcas blancas como para desligarse ahora de ese pacto.
El caso es que la Cat Woman contra los desahucios, la primera edil que ha fichado como jefa de prensa a la guarra y meona de Águeda Baños, ahora vuelve a demostrar que es una experta en esto de mear fuera del tiesto y decide que Barcelona no necesita el turismo de lujo, que la tercera ciudad europea que recibe más visitantes al año, sólo por detrás de Londres y París, puede prescindir perfectamente de las inversiones millonarias cercanas a los 400 millones para hacer la capital catalana uno de los referentes de ese turismo de calidad. Ella lo ha definido con una palabra clara: gueto.
Sí, para Ada Colau el invertir 400 millones en recintos hoteleros de lujo es crear guetos y por eso prefiere tener las zonas emblemáticas de la ciudad llena de trileros, de alpargateros, de perroflautas y demás fauna sucia y pulguienta que acaben dando de Barcelona la peor imagen. Vamos, los lugares competidores por hacerse con el mayor número de turistas deben estar frotándose a estas alturas las manos.
Esta tipeja va a conseguir en menos que canta un gallo poner a Barcelona en las guías del turismo cutre salchichero, en una urbe insegura y en la que, por ejemplo, el paro vuelva a crecer hasta proporciones desconocidas. Y es que, entre otros datos a tener en cuenta, el sector del turismo emplea anualmente en la Ciudad Condal a más de 120.000 personas, puestos de trabajo que, paralizando estas inversiones, se quedan al socaire de unas empresas que, si no tienen el espíritu de una ONG, acabarán soltando lastre laboral para recuperar las pérdidas que esta alcaldesa y su coro de mariachis independentistas les van a hacer perder en nada.
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