La charada de Florentino Pérez con la salida de Íker Casillas
Una charada, una farsa mal montada y peor ejecutada, una burla sinfín hacia los valores del Real Madrid. Eso es lo que ha sido la patochada perpetrada por el presidente Florentino Pérez, acojonado como nadie tras las críticas de la prensa europea por la forma en la que se ha despachado a Íker Casillas al Oporto. Vamos, de milagro no le mandaron a Siberia o le ejecutaron en Paracuellos.
El portero que más títulos le ha dado al club y a la España futbolística se ha tenido que largar por la puerta de atrás porque el llamado ser superior vuelve por sus fueros de los primeros años de mandato, cuando traía a todo un elenco de estrellas, pero también se empeñó en desprestigiar lo que había dentro de la casa hasta el punto de convertir el Real Madrid en una sucursal de megacracks sin el más mínimo sentimiento merengue. El único color que defendían era el del dinero y cuanto más se les pagaba, menos rendían sobre el césped.
Lo de Iker Casillas ya venía de lejos, concretamente desde finales de diciembre de 2012, cuando un buen día (o una mala noche) a José Mourinho se le cruzaron los cables más de lo habitual (él ya nació con esa tara) y sentó en el banquillo al guardameta de Móstoles poniendo en su lugar a un bisoño e imberbe Adán, el tonto útil de todas las conspiraciones, que sirvió de puente (o de bayeta) hasta la llegada de Diego López. Casillas apenas jugó ya lo que quedaba de temporada y desde arriba no se hizo absolutamente nada. Bien está que se le dé manga ancha al técnico, pero otra cosa fue dejar que el luso se cebara con Casillas por una cuestión de corte personal y nunca por asuntos meramente deportivos.
Con la llegada de Ancelotti las aguas fueron volviendo a su cauce. Casillas fue suplente casi toda la Liga, pero a cambio jugó toda la Champions League y la Copa del Rey, torneos que, curiosamente, ganó el Real Madrid. La siguiente temporada jugó como titular indiscutible, pero parte de la prensa, imbuida y drogada por el mourinhismo más rancio, empezaron a agitar el árbol y a exigir que Pérez le diese el pasaporte al cancerbero.
Y llegado el mes de julio, Florentino Pérez se ha esforzado en buscarle una salida de emergencia a uno de los emblemas del Real Madrid, pero encima pecando de tacaño, ya que ha pretendido, y finalmente conseguido, que el Oporto pague cinco de los 13 millones que le correspondían al club blanco por finiquitarle.
El señorío por los suelos, Casillas dando una rueda de prensa en solitario y cuando ya todo eran críticas globalizadas contra el presidente del Real Madrid por el bochornoso espectáculo no le quedó más remedio que hacer una rueda de prensa bis en la zona noble del Bernabéu para despedir como se merecía a un símbolo de la entidad. El problema es que la solución vino tarde y mal como cuando un médico viene con la solución magistral para curar a un paciente que, lamentablemente, hacía horas que yacía cadáver. Pues esto es totalmente clavadito.
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