Populismo de mantequilla: ahora Tsipras y luego, tic-tac, Pablo Iglesias
Tic-tac, tic-tac. ¡Ay, Pablo, Pablito, Pablete, que a tu primo Tsipras le ha durado la presidencia griega menos que un caramelo a la puerta de un colegio! Claro, es que es muy fácil prometer, pero luego llevar a efecto esas promesas es lo complicado. Ya sabes que es fácil engañar a muchos durante un tiempo, pero no todo el tiempo puedes engañar a todo quisqui.
Y eso es lo que le ha sucedido al de Syriza, que creyó que esto era jauja, que nadie se iba a percatar de la triquiñuela y desde el minuto uno en Bruselas le dijeron al presidente heleno y al chulo playa de Varoufakis que de derrochar a cuenta de los demás, es decir de toda la Unión Europea, nada de nada.
Grecia nos está sirviendo a las españoles para saber no qué opciones votar, pero sí para descartar a quienes quieren implantar modelos de despilfarro y de los impagos de deuda. La maquina de hacer dinero, a Dios gracias, no está en manos de quienes podrían llevar ya no a un país, sino a una UE entera a la ruina. A vosotros, Iglesias, Monedero, Errejón, Bescansa, etcétera, etcétera, os gustaría que los euros fueran como dinero del Monopoly, tener, como le pasa a los venezolanos, cientos de miles de bolívares que tienen el mismo o menor valor que el papel higiénico.
El curso acelerado de cómo se descompone un populismo en medio año nos está saliendo, de momento, gratis a los españoles, aunque bien es cierto que en algunas regiones y ciudades tenemos a estos derrochones populistas haciendo propuestas tan alocadas como irrealizables. No hay que irse muy lejos, Madrid se ha convertido en el laboratorio de pruebas de estos alquimistas de pacotilla que lanzan ideas como churros y enseguida tienen que tirarlas a la basura viendo que tienen menos recorrido que una bici estática.
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