Servicio de donación de sangre del Hospital La Paz: vísteme despacio que tengo prisa
El verano es tradicionalmente la época del año en la que más necesaria es la donación de sangre. Obviamente, quien más y quien menos está de vacaciones y los bancos de sangre se resienten una barbaridad. Por eso se apela convenientemente a la solidaridad de los donantes habituales y de aquellos que se acercan por primera vez hasta una unidad móvil, un hospital o el centro de donación habilitado al uso para cumplir con el mandamiento de dar vida.
La Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid tiene muy bien organizado el sistema de llamamiento de donantes habituales y nunca antes de los tres o cuatro meses recibes el mensaje para donar. En los meses estivales es cuando más se insiste al donante que ya ha cumplido el trimestre (en el caso de los hombres) o el cuatrimestre (en el de las mujeres) para que pase por el centro que le corresponda para poder aliviar la escasez de sangre existente en la región. El método, insisto, es eficaz, pero falla en el remate final.
Me explico. Lo que no puede ser es que uno vaya, por poner un ejemplo, un 24 de agosto de 2015 a las 18.30 al Hospital La Paz y salga pasadas las 20 horas. Y no es porque hubiese muchos donantes por delante, tan solo cuatro, sino porque alguien desde la comodidad de un despacho y sentado sobre la ignorancia de lo que supone el mecanismo de la donación dejan sólo a una persona para tomar la analítica y la tensión y a otra para atender la zona de extracciones. Así, claro está, por muy rápido que pueda ir una donación, los 10-15 minutos no te los quita nadie (y eso suponiendo que no haya que repetir la analítica o la tensión o que durante la extracción surja algún que otro problema como un mareo).
Por eso, señores de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid, señora Cristina Cifuentes como presidenta regional, tome cartas en el asunto y no permita esta tomadura de pelo. Si tan mal están de reservas de sangre y necesitan que vayamos a donar, pongan ustedes personal, pero no tiene lógica que tengan a mucho donante cabreado en la sala de espera y que al final alguno se acabe yendo hastiado de tanto aguardar y que, por efecto contagio, acabe arrastrando a otros a coger la puerta de salida sin haber cumplimentado su donación.
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