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Desde mi escaño

El friki y mamarracho del Pequeño Nicolás quiere ser senador

Lo que le faltaba a este país es que El Pequeño Nicolás se meta en política. ¿Qué queremos? ¿Otra zorra más al cuidado del gallinero? Ya está bien de frikis y arribistas que sólo desean su cuota de protagonismo, pero que luego, la verdad sea dicha, no tienen ni la menor idea de gestionar nada.

España ya ha tenido experiencias con gente como Jesús Gil, Julián Muñoz, José María Ruiz Mateos, El Dioni, Mario Conde, Pablo Iglesias, Manuela Carmena, José María González, alias el ‘Kichi’ o Ada Colau para que ahora se sume a este ilustre nómina de tipos más peligrosos que un mono con un bote de nitroglicerina alguien como el Pequeño gran tunante del Nicolasete.

Este avieso elemento ya ha demostrado que es capaz de poner el sistema boca abajo, con o sin ayuda, pero ahí que el tipejo se presentó con toda una escolta policial en Ribadeo, engañó a un empresario, estuvo a punto de pegarle el palo a otro en Toledo, se ha ofrecido, incluso, a solventar el conflicto entre el Estado y Cataluña, se ha colado en recepciones reales, en partidos de tenis o se ha largado sin pagar de exclusivos restaurantes. Es un mamarracho sin escrúpulos, capaz de vender a su mismísima madre si así fuese menester para sacar rédito.

Lo peor es que en este país somos muy de experimentar con frikadas y habrá quien deposite una papeleta para el Pequeño Nicolás como en su momento se hizo con otros personajes pintorescos que, obviamente, acabaron su carrera estrellándose contra una vía muerta. El problema es que son maquinistas que se lanzan al vacío antes de que se estrelle el tren y las víctimas son todos los votantes que confiaron en ellos.

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