Jorge Javier Vázquez, gallo desplumado y cabreado como una mona
La gallina de los huevos de oro se le acaba a Jorge Javier Vázquez. Sí, el Rey Midas de Vasile, la reinona de Telecinco empieza a ver como su estrella se marchita y se apaga, pero lejos de reconocer errores propios, prefiere echarle la culpa al cansancio, a la desgana y a la saturación. Dice que necesita hacer un Kit-Kat, pero tú y yo sabemos que lo que requiere es otra cosa muy diferente.
A este gafapastas hace tiempo que le debería de haber entrado ese bloqueo mental cuando llevas desde los años 90 fomentando, con perdón, la telemierda. Entre los tomates, Sálvame y los Deluxe, Vázquez lleva nadando algo más de tres lustros entre la porquería más ‘ilustrada’. No es de extrañar que a uno le llegue ese momento de no saber qué hacer con su vida cuando mirando a la derecha te encuentras con Belén Esteban y sus adicciones de poligonera mayor del reino. A la izquierda, a un Kiko Matamoros que no sabes si le toca el día serio, de tipo coherente o se te puede poner como un matón de discoteca y si miras al frente tienes al corral de gallinas cluecas de Karmele Marchante, Lydia Lozano o Chelo García Cortés, con María Patiño cacareando como si no hubiese un mañana y Paz Padilla haciendo el ganso mientras su pareja estaba ERE que ERE en Andalucía.
Lo que le sucede a Jorge Javier Vázquez es que no acepta en modo alguno verse relegado en la audiencia y eso de que durante dos semanas seguidas le ganase ’Tu cara me suena’ (Antena 3) le saca de sus casillas, se pone en plan Meryl Streep, todo bien dramático y trascendente, y dice que quiere dejarlo todo o, al menos, no estar tan expuesto al día a día de la dictatorial audiencia. Dictatorial, claro está, cuando no eres el primero, que ese cuento ya nos lo conocemos sobradamente.
Sinceramente, ya iba siendo hora de que los espectadores empiecen a darle la espalda a productos como Sálvame Deluxe y ojalá que pronto el fenómeno se repita con Gran Marrano o los descocados de Adán y Eva. Ya está bien de pedirle siempre a la televisión pública una programación de calidad. Las privadas, aunque sea con su dinero, están aprovechándose de una normativa gubernamental que quitó la financiación publicitaria a TVE para quedarse con todo el mercado de spots y, en el caso especial de Telecinco, forrarse a anuncios a cambio de ofrecer bazofia en cantidades industriales.
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