Tamara Falcó le monta un belén a Carmena, aunque errando el tiro
Va de mística por la vida y alguien como ella, tan defensora de la religión católica y de los valores tradicionales de la cristiandad, era lógico que saltara al cuello de la abuelita populista, la vieja pelleja de Manuela Carmena, por su medida de erradicar los belenes que se colocan en el Palacio de Cibeles o en la Plaza Mayor de Madrid. El problema es que en esta oportunidad Tamara Falcó erró el tiro y se pasó de frenada acusando a la alcaldesa de algo que, aunque es posible que esté en su ideario particular, aún no se atreve a hacer.
Me refiero, para ir ya al grano, a una propuesta que circula por las redes sociales exigiendo a Manuela Carmena que no quite los belenes de Madrid. A ver, los únicos nacimientos que esta jueza jubilada y amiga de los ocupas quiere trasladar son los del Ayuntamiento de Madrid, que iría en el centro cultural Fernando Fernán Gómez, en la plaza de Colón, y el de la Plaza Mayor, aunque para éste no habría aún una ubicación decidida. Sé que es muy fácil tener preparado el cañón para disparar a la alcaldesa porque sale a cuatro ocurrencias por día, pero tampoco es cuestión de inventarse lo que no es del todo real.
Sé perfectamente que Tamara no es sospechosa de ser de Podemos o de sus marcas blancas, entre otras razones porque tener principios religiosos se contrapone en absoluto con hacerle el caldo gordo a esta pandilla chavista, a no ser que te llames Sor Lucía Caram o Sor Teresa Forcades, pero no se pueden tener resbalones de esta clase porque es darle munición gratis al populismo.
Así que Tamara, la próxima vez mírate bien de qué van las propuestas y no suscribas lo que realmente no es como lo cuentan. A los que quieren venir a romper nuestro país y nuestras ciudades hay que atacarles con argumentos sólidos, verídicos e inequívocos. De lo contrario, querida, al final te acabas convirtiendo en el pim pam pum de la noticia cuando la verdad es que, como decía Eduardo García Serrano, la alcaldesa tiene que ir muy fumada de chocolate para mover el belén de Cibeles por el simple hecho de que a ella no le gusta, pisoteando así a los millones de madrileños que sí nos agrada ver ahí el misterio porque ya es más que una tradición.
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