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Desde mi escaño

Estafas con ingenio

Estafas con ingenio

Será listo, pero quiso pasarse de la raya y pensó que todo el monte era orégano y que la policía está llena de pardillos que no investigan las cosas. Pues nada más lejos de la realidad. Un ciudadano grancanario simuló haber sido víctima de una estafa con cargos que, supuestamente, él no había realizado en su tarjeta de crédito, pero tras efectuar la oportuna denuncia en dependencias policiales y después de las pertinentes pesquisas por parte de los agentes puestos a trabajar en el caso, detectaron que el elemento en cuestión le había metido una buena sacudida a la «tarjeta mágica» en un viaje a Ecuador. Vamos, el individuo seguramente se gastó lo que no estaba en los escritos y probó fortuna a ver si la jugada le salía redonda.

Aunque es verdad que inicialmente este tipo de delitos tienen que quedar perfectamente castigados y sancionados como Dios manda, no deja de causarme cierta gracia e hilaridad que haya personas que tengan el valor, la jeta y el arrojo de presentarse en una comisaría de policía y denunciar una acción cometida por ellos mismos tratando de endilgar el delito a un ente inexistente, máxime cuando hoy en día está todo más que controlado por ordenadores y de todo queda absolutamente un rastro. Mucho más, desde luego, cuando se trata de algo tan delicado como el dinero.

Desde luego, uno que ya lleva casi un lustro en la capital de España observa con cierta envidia como por las Islas se agudiza el ingenio a la hora de tratar de sacar de manera ilícita un beneficio. Hace algunos meses salía a la luz como un vecino del barrio de La Salud, en Santa Cruz de Tenerife, quiso asegurarse una plaza de aparcamiento en plena vía pública repintando un tramo de asfalto como la de los «parking» reservados para los minusválidos. Afortunadamente, la Policía Local le cogió con las manos… o con la brocha en la mano.

Tampoco puedo dejarme en el tintero la estafa a gran escala que hicieron los dueños de una agencia de viajes que actuaba por Internet. El nombre ya tenía su coña y su retranca, El que no corre vuela, y a fe que volaron… pero con la pasta de unos pobres incautos que pensaron que disponían de billetes para Cuba y lo que se encontraron fue una tremenda decepción en el aeropuerto cuando comprobaron que ni localizadores ni nada, que lo único cierto era que los responsables habían echado el cierre virtual al chiringuito y que los que iban a darse un opíparo viaje eran ellos, hasta que también fueron pillados tiempo después porque Internet acaba dejando pistas indelebles. Pero al menos no me negarán que hay que tiene ingenio para hacer del delito de guante blanco todo un arte.

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