Zapata, el metepatas, al banquillo...hasta que Pedraz vuelva a absolverlo
Tercera intentona, y parece que definitiva, para que el concejal Guillermo Zapata se siente en el banquillo de los acusados por burlas a las víctimas de la banda terrorista ETA y a las del holocausto judío. Este hombre, uno de los del núcleo duro del Ayuntamiento podemita de Madrid, tenía como afición principal antes de dedicarse a esto de la política a mofarse de todo bicho viviente que no fuese acorde a su sectaria ideología.
Este caballero, por tildarle de alguna manera, disfrutaba haciendo el gañán y el troglodita en su época de okupa y entre sus hobbies favoritos estaba el utilizar la cuenta de Twitter para reírse a mandíbula batiente del dolor de gente que había perdido a sus seres queridos a manos de los pistoleros de ETA o del odio incomprensible e inadmisible de un nazismo devastador.
Claro, debe ser muy ‘reconfortante’ para alguien que ha perdido a un familiar vía atentado o a través de las cámaras de gas encontrarse con un nefasto individuo que se burla abiertamente hablando de que si van a cerrar un cementerio para que Irene Villa no vaya a por más repuestos o que si cuatro millones de judíos caben en el cenicero de un coche. Hay que ser un verdadero animal de bellota. Un desalmado con toda la barba.
El problema es que yo no tengo todas consigo respecto a que Zapata reciba un justo merecido judicial. En principio será el juez Pedraz quien tenga la misión de juzgarle y, salvo mejor criterio, este magistrado es el mismo que decidió archivar dos veces la causa porque entendía que los tuits insidiosos del ahora concejal estaban incardinados en la libertad de expresión, un concepto tan loable como manipulable en función de quién profiera los insultos y dependiendo del juez encargado de sancionar o no una determinada conducta.
¿Ustedes se acuerdan cuando Intereconomía TV lanzó la campaña 364 días orgullosos de la gente normal para contrarrestar el fenómeno del día del orgullo gay? Pues bien, quisieron empurar a la cadena con una multa bestial. Sin embargo, nunca nada se dijo ni se criticó sobre la falta de respeto de determinados colectivos LGTB burlándose de la Iglesia y haciendo mofas sobre las familias católicas y cristianas. Por eso me temo que con Zapata podemos volver al mismo resultado de las dos veces anteriores, que es libertad de expresión, exactamente la misma que no me pasarían por alto si le llamo hijo de las cuatro letras a su señoría.
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