Mario Conde: un delincuente reincidente
El mito de finales de los años 80 y principios de los 90, revivido a finales de la primera década y e inicio de la segunda de este siglo XXI, finalmente se desploma como un castillo de naipes azuzado por una leve brisa. Mario Conde siempre fue un chorizo, un sinvergüenza, un delincuente, un sujeto con nula empatía por los demás y sólo se quiso a sí mismo. Cuando ha tenido a gente a su servicio no ha sido por filantropía, sino para que le sirvieran a sus más oscuros fines. Una vez fracasados sus más ambiciosos objetivos, a esas personas las ha dejado de lado, arrojadas a la papelera como meros kleenex y puedo dar fe de alguna compañera de mi profesión que unió su destino profesional a este bergante y que hoy se lamenta de haberse implicado tanto con él.
Conde, después de dejar un agujero en Banesto que ríase usted de una triple úlcera intestinal, fue derechito a la cárcel de la que, presuntamente, salía hecho un hombre nuevo. Parecía haberle hecho bien su estancia entre barrotes, se presentaba ante la sociedad como alguien capaz de poder refundar su prestigio comenzando desde cero. Pero Mario Conde tenía un plan y éste no era, precisamente, mancharse las manos de barro ni bajar al duro asfalto para volver a labrarse una imagen de hombre de referencia en la sociedad.
Poco a poco fue metiendo la cabeza en mingitorios mediáticos y acabó colándose de lleno en Intereconomía, donde le compraron su mensaje, su sermón pastoral sobre la regeneración política y no sé qué otras zarandajas. Mario se nos presentaba ante la audiencia como el nuevo apóstol de la regeneración, como el hombre bueno que daba sabios consejos, que escribía libros y que tuvo hasta el papo de presentarse a la política nacional (aventura que sólo se quedó en una desafortunada experiencia para él en tierras gallegas donde no sacó en 2012 ni para pipas). A partir de ahí, Conde empezó a ser un juguete roto o eso creíamos.
Y es que mientras nos movíamos entre las burlas y la misericordia por los devaneos del personaje, de este masón advenedizo, resulta que el exbanquero estaba por detrás repatriando de Suiza gran parte de la pasta de su época en la que era el referente de la beautiful people, la del pelotazo, la que llegaba a la cima económica a base de extrañas operaciones en la que mucha gente se quedó colgada de la brocha. Esperemos que esta vez este sujeto permanezca unos años en la sombra por su reincidencia en el choriceo y en la delincuencia.
Ahora bien, dicho esto, una pregunta al aire, ¿cuándo van a rendir cuentas yendo al talego y devolviendo lo pregundamente urdanmangado la parejita feliz, es decir Iñaki y la Infanta Cristina? ¿Y el Rey emérito? ¿Alguien sabe algo de él amén de estar viajando más que Curro y el baúl de la Piquer juntos?
0 comentarios