Victoria Rosell, la prepotente y marisabidilla de Podemos
Quería ser conocida como la ministra de Justicia de Podemos, pero está a un solo paso de que acaben refiriéndose a ella como ‘Miss Aeropuertos’, pero no por las veces que toma el avión de Gran Canaria a Madrid y viceversa, sino por los pollos que tiene a bien (o a mal) montar en las instalaciones aeroportuarias cada vez que viaja y se le mete entre ceja y ceja que ella debe recibir un trato VIP.
Así es y así se comporta la señora Victoria Rosell, diputada del partido de Pablo Iglesias por la provincia de Las Palmas. Esta señora ya la lío hace algunas semanas en las instalaciones del aeropuerto de Gando cuando trató de que le abriesen la zona VIP, reservada únicamente para las autoridades, porque ella, al igual que su jefe, se creyó el bonito cuento de que ya estaba investida como ministra de Justicia y que, por tanto, podía entrar y salir de las instalaciones aeroportuarias a bombo y platillo y con los agentes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado inclinándose a su paso.
Pues bien, casi no habían terminado de acallarse los ecos de este escándalo cuando hace sólo unos días volvió a montar el pollo en el aeródromo grancanario. Esta vez la pega no fue el tratar de acceder a la famosa zona de autoridades Rosell, muy ‘marisabidilla’ ella, quiso buscarle las vueltas a un agente afeándole que hubiese dejado descuidada una maleta. El problema es que este miembro de la seguridad, atento a su labor, le señaló que ese bulto era de un señor que estaba al lado hablando por su teléfono móvil. Es decir, esto es lo que se llama ir a por lana y salir trasquilado.
El zasca debió dejarle patitiesa. Una vez pasaba sus pertenencias por el escáner, uno de los agentes le dice que debe volver a pasar y poner en una bandeja aparte sus dispositivos móviles. Ya la señora se pone más terca que una mula y poco menos que empieza a tirar del clásico ‘usted no sabe con quién está hablando’.
Y, efectivamente, el guardia civil no debía saber con quién estaba hablando porque le solicitó la documentación y ella se negó. Para desgracia del número de la Benemérita, alguien, con muy mala baba, optó por grabar la conversación, casualmente, desde el mismo momento en que el funcionario le solicitaba ya por tercera vez que se identificase y, desde luego, ya no lo hacía con un tono moderado. Sin embargo, quienes estuvieron allí presentes saben que el tono del agente vino por la prepotencia de una señora que se cree la reina de Saba y no es más que una diputada elegida por los ciudadanos y a los que ella se debe, no al revés.
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