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Desde mi escaño

Machitos para agredir, cobardes para dar la cara

Son así de chulos y de valientes. Cinco facinerosos, media decena de delincuentes, agarraron el pasado 4 de junio de 2016 a dos pobre chicas que estaban en el barrio de Sant Andreu, en Barcelona, y las dieron una paliza de aúpa por la única razón de ir ataviadas con una camisa roja y por ser componentes de una asociación llamada Barcelona por la Selección Española, un grupo que busca informar sobre dónde se podrá ver al equipo de Vicente del Bosque en colectividad en la Ciudad Condal. De no ser por unos ciudadanos que grabaron la acción y difundieron el vídeo por las redes sociales, nada hubiéramos sabido al respecto de esta agresión en toda regla.

La denuncia ya está interpuesta, pero poco o nada va a poder hacerse puesto que los elementos que perpetraron esta canallada demostraron tener una cobardía a prueba de bombas. Muy valientes para atacar por la espalda a dos chicas totalmente indefensas, pero muy cobardes como para dejar ver su rostro. Ese lo llevaban perfectamente tapado porque quien agrede de esta manera demuestra que, en el fondo, es un cobarde recalcitrante, alguien que en verdad no puede ir nunca de cara porque sabe que se la partirían. Vamos, en términos castrenses, estos serían la clase de individuos que cuando las cosas se pusieran feas tomarían las de Villadiego, desertarían en un abrir y cerrar de ojos.

De todas maneras, no me extraña que haya acontecido este episodio en Barcelona. Sólo hay que ver los últimos acontecimientos, como se está humillando a los agentes de los Mossos d’ Esquadra en el barrio de Gracia, como se les está exigiendo desde las autoridades locales y municipales que se “respeten” (sic) los derechos de los okupas, como si meterse en un local que no es tuyo fuese algo que viniese escrito en nuestra Constitución Española.

Tampoco puedes esperar mejores cosas de una ciudad en la que la alcaldesa, la inefable Ada Colau, cuenta con un abyecto sujeto llamado Josep Garganté, alguien que lleva escrito en las falanges de sus manos la palabra odio y que ha amenazado con rebanarle el cuello al Rey Felipe VI. Cuando la autoridad se comporta así, resulta bastante sencillo que al final surjan de las cloacas gentuza como la que agredió a unas jovencitas que lo único que hacían era informar sobre una actividad de ocio deportivo. ¡Qué pena de Barcelona, en lo que la han convertido determinados personajes mediocres!

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